No es legítimo que los medios de comunicación de la Iglesia se pongan al servicio de una determinada formación política, para convertir de hecho al Partido Popular en el partido único de los católicos españoles.
Han revuelto las aguas estancadas…, las que desde hace tiempo ya no corren por el cauce de la verdad, y llega el hedor de ese repugnante pecado, que invita a atar al cuello del escándalo una rueda de molino y arrojarlo a las aguas saladas del mar para purificar tanto fariseísmo. No hace mucho que advertí por escrito del grave riesgo que corremos los católicos por cuanto buena parte de nuestra sociedad identifica a la Iglesia con el Partido Popular. Y en ese mismo artículo imploraba a nuestra jerarquía que emitiera urgentemente señales inequívocas que hicieran comprender que la Iglesia y el Partido Popular son dos cosas distintas. Sugería en aquel artículo que había que dar un giro de ciento ochenta grados a la orientación de la COPE y de 13TV, porque se han convertido en sumisos voceros del partido Popular.
No es legítimo que los medios de comunicación de la Iglesia se pongan al servicio de una determinada formación política, para convertir de hecho al Partido Popular en el partido único de los católicos españoles. Es un ataque tan frontal a la libertad de todos los católicos, que alzar la voz antes este atropello se ha convertido en una obligación moral de primera magnitud, sin reparar en las consecuencias negativas que personalmente me puedan reportar. Algunos todavía parecen no haberse enterado de que el Concilio Vaticano II dejó claro el principio de autonomía y libertad de los laicos en cuestiones temporales.
Pero si hasta hace unos días se podía escribir generalizando y sin citar nombres propios, la repugnante fechoría que acaba de perpetrar 13TV para tratar de aniquilar a Intereconomía, me obliga a hablar con toda claridad, porque no pertenezco a esa subespecie a la que parece que Dios le haya dado la palabra para ocultar el pensamiento.
Vamos a dejarnos de rodeos. En 13TV no se mueve una hierba sin que lo apruebe el cardenal de Madrid, que actúa a través de Fernando Jiménez Barriocanal. Y estas dos personas son los dos principales responsables del fichaje de Antonio Jiménez. Podría escribir toda la secuencia de la historia de 13TV, desde dos años antes de que emitiera su primer programa hasta el día de hoy. Aunque probablemente nunca lo escriba, porque si alguien con más conocimientos y causas más que justificadas para hablar permanece callado, no voy a ser yo quien lo cuente en público con detalle. Pero sí que debo referirme a los últimos acontecimientos.
En un principio, 13TV fue una iniciativa de unos laicos que pretendían hacer una televisión católica, inspirada en esos puntos innegociables de Benedicto XVI, según consta en sus estatutos. Y esta iniciativa fue vista con suma preocupación por el Partido Popular, porque en la sede de Génova se interpretó que esto podía ser el principio del fin de la estrategia del voto cautivo de los católicos españoles. En consecuencia, Fernando Jiménez Barriocanal arremetió contra aquellos laicos iniciadores de proyecto 13TV, en cumplimiento de la sentencia dictada desde la calle Génova. En muy poco tiempo, fueron ninguneados, marginados y por fin expulsados del accionariado por Fernando Jiménez Barriocanal, para poner el canal al servicio del Partido Popular. Y lo escandaloso de toda esta operación es que se hizo al dictado del cardenal de Madrid, pues como presidente de la Conferencia Episcopal dio su aprobación para desembolsar una mareante millonada de euros, para hacerse con la mayoría del accionariado de 13TV.
Pues bien, el fichaje de Antonio Jíménez no es ni más ni menos que el último episodio de toda esta secuencia, porque Jiménez Barriocanal con esta operación no ha pretendido tanto fichar a un periodista, como causar un gravísimo daño a Intereconomía. Y resulta lacerante que esta repugnante hazaña se haga con el dinero de la Iglesia que aportamos los católicos contra Intereconomía, que sale a flote por las inversiones particulares y el trabajo de cuantos allí estamos. Y el colmo de los colmos es que al ajusticiado se le obligue a cavar su propia tumba, porque parte del dinero que aportamos a la Iglesia los católicos que trabajamos en Intereconomía, se está empleando para tratar de cerrar nuestra empresa.
Y alguno se dirá que escribo todo esto por resentimiento… Pues no, lo hago sobre todo por añoranza, por la pena que me da mirar al pasado y comprobar que ni 13TV es El Debate, ni Rouco es el Cardenal Herrera Oria.
(*) Javier Paredes es director de Homolegens, del grupo Intereconomía y catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario