Publicamos un interesante trabajo de análisis a modo de introducción de la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium aparecido en PCI, 27-Nov-2013, el cual, puntualiza los errores (llamados por el autor como “señales negativas”) y algunos puntos positivos llamados “señales positivas”. Sin embargo queremos aclarar algo. Las “señales positivas”, entre medio de las “señales negativas”, terminan ayudando a afianzar el contenido heterodoxo de la Exhortación. Por eso recordamos, a nuestros lectores, lo que exhortaba el Papa León XIII en su encíclica Satis Cognitum (29-06-1896) cuando decía que:
“Nada es más peligroso que esos heterodoxos que, conservando en lo demás la integridad de la doctrina, con una sola palabra, como gota de veneno, corrompen la pureza y sencillez de la fe que hemos recibido de la tradición dominical, después apostólica”.
Introducción y puntualización de la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium
Augusto del Río
El conocido autor de “El Drama Litúrgico”, Augusto del Río, nos ha preparado una reseña del primer documento doctrinal salido de la pluma del papa Francisco, la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium. Por razones didácticas se ha preparado con un análisis general muy breve y dos puntualizaciones, que el autor llama “señales negativas” y “señales positivas”. Parece indispensable leer este trabajo a fin de tener un marco referencial de lo expuesto en el documento pontificio, en particular a los que no somos especialistas en teología.
Análisis general
Es un documento larguísimo (en pdf son 224 páginas) jamás se refiere a Jesucristo con el término “Redentor”. Hay sí una referencia a los brazos “redentores” del Señor (N°3). Utiliza siempre “Resucitado” para referirse a Jesucristo. Jamás es Nuestro Señor Jesucristo, “Nuestro Señor” la utiliza una vez.
No hay una sola referencia al pecado original. Jamás a la falta original que necesitó de la redención para ser sanada. Jamás ninguna referencia a la situación de miseria del hombre sin Cristo.
El anuncio esencial es: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad. Pero nunca se aclara de qué se nos tiene que salvar. Y muchas veces queda confuso con un anuncio de promoción humana.
Hay una permanente descalificación del Anuncio como un anuncio de VERDADES CONCRETAS.
Descalificación de las fórmulas “rígidas”, “precisas”, “ortodoxas” que nunca pueden encerrar el Anuncio. Esos esquemas son “aburridos”.
De hecho no hay ninguna referencia a que el Anuncio implique creer ALGO CONCRETO Y DETERMINADO.
Jamás hay una referencia a que hay que CONVERTIR a los demás. Y recuérdese que se está hablando de un documento sobre la Evangelización.
Todas las referencias son sobre convertirse uno, convertirse la Iglesia para que anuncie más eficazmente, convertirse los agentes de pastoral. jamás una referencia al problema de la salvación de aquellos que están en las falsas religiones (obviamente jamás se las califica así).
Se menciona a la gracia pero jamás se da una definición de ella. Y menos se la aplica como una fuerza sobrenatural que es absolutamente necesaria para la salvación.
Jamás se habla de la posibilidad de condenación eterna.
Muchas veces tira la piedra y esconde la mano porque no aclara a qué ejemplos concretos se refiere.
Hay una cantidad de afirmaciones que provocan “sensaciones” equívocas y ambiguas respecto a la importancia y el papel de la doctrina o el Magisterio en la historia de la Iglesia..
Usa continuamente la categoría de Pueblo de Dios para referirse a la Iglesia con la ambigüedad que ello implica.
Si alguien quiere analizar cuáles son sus fuentes tenga presente que ha citado de la siguiente manera:
48 veces a Juan Pablo II
40 veces al Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización
24 veces a Paulo VI
20 veces a Benedicto XVI (incluida una cita del cardenal Ratzinger)
18 veces al Concilio Vaticano II
12 veces a Santo Tomás pero en ninguna el santo se refiere a la fe, a la verdad y al objetivo de la evangelización.
10 veces al documento de Aparecida
9 veces a los Santos Padres
7 veces al Catecismo de la Doctrina Social de la Iglesia
4 veces los documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe
2 veces el documento de Puebla
2 veces la Conferencia Episcopal de EE.UU.
2 veces a la Conferencia Episcopal de Francia
1 vez al CATIC
1 vez a la Conferencia Episcopal de Brasil
1 vez a la Conferencia Episcopal de Filipinas
1 vez a la Conferencia Episcopal del Congo
1 vez a la Conferencia Episcopal de la India
1 vez el documento de la Comisión Teológica Internacional El cristianismo y las religiones (1996).
1 vez a la Acción Católica Italiana
1 vez a Platón, a Newman, a G. Bernanós, al Kempis, a Sta. Teresa de Lisieux, a Guardini, a “Tucho” Fernández (rector de la UCA) y a Ismael Quiles.
En particular SEÑALES NEGATIVAS.
1. Quiere más poder para las Conferencias Episcopales, ALGUNA AUTÉNTICA AUTORIDAD DOCTRINAL (N°32).
2. Lo esencial es “la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado”. Ni una referencia al sacrificio redentor de Cristo que paga la deuda del pecado del hombre. (N°36).
3. El evangelio es ante todo responder al Dios amante que nos salva. PERO NUNCA DICE DE QUÉ NOS SALVA. (N°39).
4. Hace sospechoso cualquier anuncio doctrinal. Porque si no se anuncia al Dios que nos ama resulta que eso es producto de acentos doctrinales o morales que proceden de opciones ideológicas (N°39).
5. Habla de distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral metiendo todo en la misma bolsa, como si fuera lo mismo la legítima libertad que puede haber en líneas pastorales, igualadas con la libertad que no puede haber cuando se habla de filosofías o teologías las que claramente son obstáculo para una presentación clara de la verdad católica. Y todo justificado “porque si no estaríamos frente a una doctrina monolítica defendida por todos sin matices”. (N°40)
6. Comete el error garrafal de decir que un lenguaje completamente ortodoxo es algo que no responde al verdadero Evangelio de Jesucristo porque no se adapta al lenguaje que utilizan los fieles (N°41).
7. Es más, dice enseguida que “con la santa intención de comunicarles la verdad sobre Dios y sobre el ser humano, en algunas ocasiones LES DAMOS UN FALSO DIOS O UN IDEAL HUMANO QUE NO ES VERDADERAMENTE CRISTIANO. Tira la piedra y esconde la mano porque jamás aclara a qué casos se refiere.
8. Dice que LA EXPRESIÓN DE LA VERDAD PUEDE SER MULTIFORME, lo que afirma contra la Humani Generis de Pío XII que claramente dice que NO SE PUEDE ABANDONAR LAS FÓRMULAS QUE LA SABIDURÍA PERENNE HA CONSAGRADO PARA LA EXPRESIÓN DE LA VERDAD CATOLICA.
9. Cita de manera incompleta a Santo Tomás de Aquino cuando éste dice que los preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al Pueblo de Dios (a la Iglesia) “son poquísimos”. Santo Tomás se refería a la comparación entre los preceptos gravosos de la Antigua Ley y el yugo ligero de Cristo. Pero Santo Tomás dice que son poquísimos los que Cristo agregó a la Ley de los 10 Mandamientos. Por el contexto el papa da la sensación errónea de que son tan pocos los preceptos que no hay que insistir tanto en ellos y que pueden ser un obstáculo si queremos una predicación que llegue a todos. (N°43). Además NO MENCIONA EN NINGÚN LUGAR LA LEY NATURAL IMPRESA POR DIOS EN NUESTRA CONCIENCIA.
10. “Tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera” (N°47). No aclara cuáles serían esas razones cualesquiera y ya La Nación ha interpretado que se refiere a los divorciados vueltos a casar que quieran acceder a la comunión.
11. Habla de no ser “controladores de la gracia” y que la Iglesia no es una aduana, cuando sabe perfectamente que Cristo ha dicho que no debe tirarse perlas a los cerdos y la Iglesia siempre ha cuidado que lo sagrado no sea pisoteado. (N°47)
12. Dice que prefiere una Iglesia accidentada y herida y manchada por salir a la calle antes que una Iglesia enferma por el encierro haciendo una típica dialéctica insustancial. Ni lo uno ni lo otro.
13. Pone la duda sobre las normas de la Iglesia, que según afirma “ nos vuelven jueces implacables” (N°49).
14. Ataca a los grupos tradicionalistas elípticamente: “formas exteriores de tradiciones de ciertos grupos, o en supuestas revelaciones privadas que se absolutizan” (N°70).
15. Considera que las advertencias sobre el fin de los tiempos y la apostasía son pesimismos paralizantes. y estériles (N°84) y cita para rebatirlo el famoso pasaje del discurso inaugural de Juan XXIII en el Concilio donde condena a los profetas de calamidades, pasaje que se sabe perfectamente hoy que se refiere al mensaje de Fátima. Lo curioso es que el papa Francisco también habla de no caer en optimismos ingenuos aunque ese mismo discurso cae en ese optimismo.
16. Repite algunos de de sus típicos “bergoglemas” (uno de tantos del documento) cuando afirma: “Sentimos el desafío de descubrir y transmitir LA MÍSTICA DE ESTAR JUNTOS, DE MEZCLARNOS, DE ENCONTRARNOS, DE TOMARNOS DE LOS BRAZOS… (¿?) (N°87)
17. Vuelve a pegarles a los tradicionalistas cuando habla de “un neopelagianismo autorreferencial y prometeico” inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado (N°94). Supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario donde se gasta las energías en controlar (N°94).
18. Otro tiro por elevación al tradicionalismo está en el número siguiente (95) cuando dice que la mundanidad se manifiesta en un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, que prefieren ser generales de ejércitos derrotados
19. Hace “demagogia” con los jóvenes cuando les atribuye llevar en sí las nuevas tendencias de la humanidad (¿?) (N°108) que nos abren al futuro (¿?)
20. Ser Iglesia es llevar la salvación de Dios en este mundo, pero nunca aclara de qué tipo de salvación hablamos y de qué tenemos que salvarnos (N°114).
21. Habla sin precisión de una infalibilidad del Pueblo de Dios (sensum fidei) sin referirse claramente al poder magisterial. (N°119)
22. Le da un papel desmesurado a la piedad popular que no implica necesariamente una vida sacramental (N°125)
23. Nuevamente afirma que el anuncio fundamental es: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y amistad. Si esta es la referencia a la Buena Nueva, jamás la contrapone con la Mala Nueva (el pecado original) y la necesidad de que Cristo se ofreciera en sacrificio expiatorio por nosotros. (N°128)
24. Desprecia nuevamente la precisión terminológica de las fórmulas de la fe: “No hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable. Se transmite de formas tan diversasque sería imposible describirlas o catalogarlas, donde el Pueblo de Dios, con sus innumerables gestos y signos, es sujeto colectivo. (N°129).
25. Lanza un manto de sospecha sobre cualquier tipo de uniformidad al decir que “no ayuda a la misión de la Iglesia” (N°131).
26. Se equivoca al atribuir al simple sacerdote el poder de interpretar la Escritura al preparar las homilías, cuando se sabe perfectamente que el sacerdote debe transmitir el contenido de la fe y no ser intérprete (cosa que le corresponde al Magisterio de la Iglesia) N°146.
27. Parece quitarle importancia a la formación doctrinal nuevamente (N°161).
28. Nueva alusión crítica contra la predicación de la doctrina “a veces más filosóficas que evangélicas”. El anuncio debe expresar el amor salvífico de Dios, “que no imponga la verdad” (N°165). Parece que no hay ninguna urgencia de que la gente crea porque igual (ya veremos más adelante) puede salvarse de todos modos.
29. “Hacer resplandecer la verdad y la bondad del Resucitado”, jamás dice “Redentor” (N°167).
30. Cae en el típico error que ha hecho estragos entre los fieles al proponer un estudio serio y perseverante de la Biblia sin decir nada sobre que estos estudios deben ser dirigidos a la luz del Magisterio de la Iglesia (N°175) y que las personas tienen que saber primero las verdades básicas de la fe, antes que pretender estudiar la Biblia.
31. En todo el capítulo IV (dimensión social de la Evangelización) hay un tufillo a Teología de la Liberación, no distinguiendo adecuadamente entre la categoría socioeconómica de pobre y la categoría evangélica teológica de pobre. (N°176 y sgtes.) aunque intenta una pobre distinción con la ideología en el N°199.
32. Cae en el típico error woytiliano y lubaciano de confundir plano natural y sobrenatural al afirmar que “confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana SIGNIFICA QUE CADA PERSONA HUMANA HA SIDO ELEVADA AL CORAZÓN MISMO DE DIOS”. (N°178). No distingue claramente entre la dignidad natural del hombre y el estado de gracia sobrenatural.
33. Rebaja los principios de la Doctrina Social de la Iglesia que deben ser enseñados a las sociedades al mero “derecho de los pastores a emitir opinión” sobre los temas que afectan la vida de las personas. (N°182).
34. Considera que dos grandes cuestiones determinarán el futuro de la humanidad, pero son dos cuestiones de orden puramente natural (la inclusión social de los pobres por un lado, y el diálogo social y la paz por el otro). (N°185).
35. Nuevamente critica a los “defensores de «la ortodoxia» (así, entre comillas) haciendo dialéctica insustancial. (N°194)
36. Al mismo tiempo que condena el aborto, dice que se ha hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres, ignorando la cantidad de asociaciones católicas que desde hace décadas asisten a las madres solteras, de las que no dice ni una palabra (N°214)
37. Usa un lenguaje inapropiado de tinte sociologista: “generar procesos que construyan pueblo” (sic) (N°224).
38. Hace dialéctica hegeliana cuando alude al diálogo de posiciones enfrentadas, como si eso pudiera aplicarse a la verdad revelada (N°228).
39. Parece Hegel cuando afirma: “La unidad del Espíritu armoniza todas las diversidades” (N°230). Y no distingue si se refiere a diversidades meramente accidentales o esenciales de la fe
40. Se niega a usar la categoría filosófica del “realismo metafísico” cuando estaban dadas todas las condiciones para ello al criticar a los idealismos y nominalismos (N°232).
41. Redacta mal el documento la relación entre las verdades de la ciencia positiva y las verdades de fe, de tal manera que parece que hubiera una subordinación de la fe al conocimiento científico positivo: “cuando… la ciencia… vuelve evidente una determinada conclusión que la razón no puede negar, la fe no la contradice”. (N°243).
42. Aplica todos los lugares comunes de la obsesión ecumenista (N°244 y sgtes.). EN NINGÚN MOMENTO SE HABLA DE CONVERSIÓN PARA INGRESAR A LA IGLESIA CATÓLICA.
43. Cae en el error herético de buscar lo que nos une para hacer expresiones comunes de anuncio [de la fe], lo cual disuelve el contenido de la fe (N°246).
44. Cae en el error herético de considerar que debemos aprender “lo que el Espíritu ha sembrado en ellos [los herejes] como un don también para nosotros” (N°246).
45. Parece que tenemos que aprender la colegialidad episcopal de los cismáticos ortodoxos (N°246) y la experiencia “de la sinodalidad”.
46. Sostiene casi todas las afirmaciones de la herejías judeocristiana (N°247 y sgtes.)
47. “Los judíos no están incluidos entre aquellos llamados a dejar los ídolos para convertirse al verdadero Dios [porque] creemos junto con ellos EN EL ÚNICO DIOS que actúa en la historia, y ACOGEMOS CON ELLOS LA COMÚN PALABRA REVELADA” (N°247). Nótese la enorme herejía aquí dicha. Se niega al Dios trinitario y además se hace alusión directa a la Palabra de Dios que sabemos que es el mismo Cristo, negado por los judíos. Niega entero el proemio del Evangelio según San Juan.
48. Alude a las persecuciones a los judíos en el pasado por parte de cristianos sin decir palabra sobre las persecuciones de los judíos a los cristianos (N°248).
49. Afirma que “Dios… provoca tesoros de sabiduría que brotan del encuentro del pueblo judío con la Palabra divina”, cuando sabemos que esa Palabra es justamente lo que ellos niegan (N°249).
50. Afirma erróneamente que podemos leer juntos los textos de la Biblia hebrea cuando se sabe que el texto talmúdico ha adulterado la Biblia para poder negar más fácilmente las profecías que se refieren a Cristo y además lo ha mutilado (N°249). Esa mutilación (eliminación de los “deuterocanónicos” en la versión de Jerusalén se trasladó a las llamadas Biblias protestantes
51. Afirma erróneamente que los islámicos adoran CON NOSOTROS a un Dios único (N°252).
52. Afirma que el Islam auténtico no es violento, lo cual es enormemente discutible (N°253).
53. Cita el espantoso documento de la Comisión Teológica Internacional sobre las religiones donde afirma: que los no cristianos, por la gratuita iniciativa divina, y fieles a su conciencia (sin agregar “recta”), pueden vivir “justificados mediante la gracia de Dios” (N°254) lo cual hace bastante inútil por cierto las misiones.
54. Afirma la herejía según la cual los ritos y signos de las religiones falsas “pueden ser cauces QUE EL MISMO ESPÍRITU SUSCITE para liberar a los no cristianos del inmanentismo ateo o de experiencias religiosas meramente individuales” (N°254).
55. En particular SEÑALES POSITIVAS
1. no se debe enseñar lo moral descontextualizado (N°34) del anuncio principal.
2. No se debe hablar más de la Ley que de la Gracia (N°38) pero no explica lo que es la gracia y por qué es tan necesaria.
3. La ética cristiana (no dice ética católica o moral católica) no es una ética estoica ni [“únicamente” debería agregarse] un catálogo de pecados y errores.
4. Hace una correcta descripción pero llena de lugares comunes de la injusticia de la situación económica mundial, sometida al poder del dinero y a los principios liberales del libre mercado. Pero nunca habla de la usura. (N°52 al 60)
5. Desautoriza la “teoría del derrame” (N°54), leyenda del capitalismo liberal.
6. Habla de la globalización de la indiferencia (N°54)
7. Habla del “fetichismo del dinero y la dictadura de la economía (N°55)
8. Critica a los que niegan el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común (N°56).
9. Afirma que tras estas actitudes se esconde el rechazo de la ética y el rechazo de Dios (N°57).
10. Aunque no habla de la usura, pide una reforma financiera en donde el dinero sirva y no gobierne (N°58).
11. Critica la exacerbación del consumo (N°60)
12. Condena el relativismo moral (N°64).
13. Habla del complejo de inferioridad de los agentes pastorales que los lleva a relativizar u ocultar su identidad cristiana y sus convicciones (N°79).
14. Reconoce una “desertificación espiritual” (N°86) fruto de sociedades que quieren construirse sin Dios o que destruyen sus raíces cristianas.
15. No está en discusión el sacerdocio reservado a los varones, pero insiste en buscar formas de reconocer el lugar de la mujer (N°104).
16. Pide una mejor selección de los candidatos al sacerdocio porque los seminarios no se pueden llenar por cualquier tipo de motivaciones, y menos si éstas se relacionan con inseguridades afectivas (¿contra los homosexuales en los seminarios católicos?) (N°107).
17. Brinda una serie de consejos útiles para las homilías (N°135 y sgtes.)
18. Dice que la opción por los pobres debe traducirse PRINCIPALMENTE en una atención religiosa privilegiada y prioritaria (N°200).
19. Condena la “mano invisible” del mercado (N°204).
20. Habla contra el aborto (N°213).
21. Dice que “no cabe esperar que la Iglesia cambie su postura sobre la cuestión” (¡menos mal!) N°214.
22. “Los creyentes tampoco pueden pretender que una opinión científica que les agrada, y que ni siquiera ha sido suficientemente comprobada, adquiera el peso de un dogma de fe” (¿contra el evolucionismo?) (N°243).
Nota aclaratoria: ¿Qué es el sensus fidelium?
Etim.: Latín: “El Sentido de los fieles”
Otras expresiones para la misma idea: “consensus fidelium” y “sensus fidei” (el sentido de la fe).
El Sensus fidelium es una unción especial que posee la universalidad de los fieles para no fallar en su creencia. Es un sentimiento sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando "desde los Obispos hasta los últimos fieles seglares" manifiesta el asentimiento universal en las cosas de fe y de costumbres." Cuando tomamos la universalidad de los fieles en el sentido histórico vemos que si toda la Iglesia, tanto el pueblo como los pastores, han creído (aceptado como revelada) una verdad, entonces no pueden errar. Es infalible. Esto aplica a las doctrinas mas básicas que la Iglesia enseña como reveladas. El concepto del Sensus Fidelis se encuentra en los Padres de la Iglesia.
El Sensus fidelium no es sinónimo al clamor de la mayoría. Si una doctrina ha cumplido esta condición de infalibilidad en el pasado, y el pueblo de otra época posterior la llega a dudar o negar, esto no hace que la doctrina deje de ser infalible. Cuando el Papa nos recuerda de estas verdades no es necesario que haga una nueva solemne definición.