miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA NUEVA ERA, LA RELIGION GLOBAL DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL

¿TE SUENA familiar alguna de estas frases?: “Haz lo que te dicte tu corazón”, “voy a enviarte energía positiva”, “crea tu propia realidad con el pensamiento”, “reinvéntate cuantas veces quieras”, “alcanza la sabiduría interior”, “desarrolla tu potencial”, “aprovecha la energía sanadora del universo”, “visualiza cualquier cosa que desees conseguir”... ¿Sabes qué tienen en común? Estas expresiones, cada vez más frecuentes en el lenguaje cotidiano, se presentan como la pa­nacea para lograr paz, amor, salud, prosperidad y felicidad. En estos tiempos de crisis económica, ¿quién no se aprovecharía de semejante oferta para mejorar su situación? Pero, ¿realmente nos llevan a ese camino de bienestar que prometen?

Visualizar una meta al trazarse un proyecto es algo normal en el proceso de planeación. Querer cambiar algún aspecto de nuestra vida que no marcha bien es lógico y razonable. Hacer lo que está en nuestras manos para solucionar un problema o curar una enfermedad es propio del ser humano… Sin embargo, detrás del modo en que están formuladas estas frases hay toda una filosofía que promete un “magnetismo” o capacidad para atraer a nuestra vida todo aquello que visualizamos, y presenta el universo como si fuera un dios con el que tenemos que trabajar al unísono para que se hagan realidad nuestros anhelos. Es la cosmovisión de la Nueva Era, un movimiento ecléctico que toma creencias y prácticas prestadas de gran cantidad de fuentes: ideas y tradiciones de Asia, las religiones paganas y el antiguo gnosticismo; creencias del budismo, el hinduismo, el zen, y las religiones indígenas de América; técnicas de la parapsicología, la salud holística y el ocultismo; investigaciones científicas como las teorías de Darwin y la física cuántica, entre otras.

Este movimiento se ha ido extendien­do entre nosotros a la velocidad del fuego. Basta mirar alrededor para encontrarnos con la proliferación de clases de yoga, prácticas adivinatorias, terapias alternativas, sanación por medio de la ener­gía universal, meditación trascendental y oración centrante, cursos de desarrollo del potencial humano y centenares de libros de autoayuda. Todo ello con un envoltorio sofisticado y un lenguaje seductor que conquista al hombre de hoy. Lo curioso es que, tal como indica Stratford Caldecott, director del Centro de Fe y Cultura de la Escuela de Artes Liberales Tomás Moro en Oxford,“los únicos elementos nuevos de la Nueva Era proceden del toque moderno que se le da a estas ideas”. Sus orígenes son tan remotos como los movimientos teosóficos y espiritualistas del siglo xix y comienzos del xx, pero también hay que irse a las antiguas herejías gnósticas que se extendieron en los primeros días del cristianismo e, incluso, varios siglos antes de Cristo.

Son creencias y filosofías antiguas, adaptadas al hombre actual, y cada uno tiene la posibilidad de construirse una espiritualidad a su medida según el momento que atraviesa en su vida. De ahí que la expansión del relativismo haya sido clave para su propagación. El documento vaticano Jesucristo portador del agua de la vida (2003), editado para dar una respuesta cristina a la Nueva Era, explica que el grado de acogida que ha alcanzado este movimiento se debe a que “la cosmovisión en que se basa ya estaba ampliamente aceptada. El terreno estaba bien preparado por el crecimiento y la difusión del relativismo, junto con una antipatía o indiferencia hacia la fe cristiana”. Es más, uno de los objetivos principales de la Nueva Era es desprestigiar a la Iglesia católica, encargada de salvaguardar las verdades de la fe. Libros como El código Da Vinci y películas como La brújula dorada (2009) –basados en parte en la filosofía de la Nueva Era–, dan testimonio de ello. Luis Santamaría, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas, comenta que “las distintas corrientes de la Nueva Era propugnan, anuncian y defienden la Era de Acuario, una época nueva en la que se dará el paso de la religión (mala) a la espiritualidad (buena), dejando de lado todo lo institucional”. Pero además, este movimiento se propone instaurar esa nueva espiritualidad. La propuesta se basa en una religión sin exigencias dogmáticas, morales o institucionales, que aboga por la fusión entre las religiones. De ahí que sus seguidores prefieran distanciarse de la palabra “religión” y hablan de una “espiritualidad”, “un término más difuso en el que están más cómodos”, puntualiza Santamaría.





Un cambio de conciencia

La Nueva Era es un movimiento sin agenda unitaria. Sin embargo, según advierte Luis Santamaría, sí tiene una finalidad común: el cambio de conciencia. Esta transformación tiene que ser “tanto personal como global, llevando a un cambio de paradigma. La psicología, la ciencia, la ecología, la religión, la medicina, la filosofía… todo esto tiene que cambiar”.

Ese cambio comenzó en la década de los sesenta, época del jipismo y la “cultura alternativa”. Fue entonces cuando el término Nueva Era se popularizó para anunciar la inminente llegada de una nueva civilización de paz, armonía y amor universal. La letra de la canción Aquarius del musical Hair (1969) –hoy usada en anuncios de TV– lo pregona: “Cuando la luna esté en la séptima casa, y Júpiter se alinee con Marte, entonces la paz guiará a los planetas, y el amor conducirá a las estrellas. Es el amanecer de la Era de Acuario… Abundarán la armonía y la comprensión… una revelación mística cristalina, y la auténtica liberación de la mente…”. Para lograrlo, la Era Cristiana debía dar paso a la nueva era astrológica de Acuario, que traería consigo una transformación definitiva en la conciencia de los hombres. Stratford Caldecott señala que cada vez son menos los que piensan que esto es inminente, sin embargo, todavía hay quienes tienen la esperanza del advenimiento de una Nueva Era: “Algunos se ven a sí mismos viviendo un período complejo de ‘oscuridad’ antes de que nazca la nueva civilización y llegue por fin la conciencia religiosa mundial”.

José Luis Pivel, filósofo y teólogo que ha investigado el fenómeno, indica que la adquisición de esa ‘conciencia integral’ se basa en la experiencia de sí mismos, en el esoterismo y en fenómenos ocultos. Durante la transición de la Era de Piscis (Era Cristiana, que va del año 4 d. C. al 2.146 d. C. según algunos astrólogos) a la Era de Acuario (del año 2.146 d. C al 4.296 d. C), se prepararía a los “hombres nuevos”, algo así como una nueva especie de superhombres o seres con la misma conciencia de Cristo. Pero “el Cristo” que predica no es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La Nueva Era se refiere a Dios como la Energía Divina, la Energía del Amor o la Gran Inteligencia Universal. “Su propósito es que toda la humanidad llegue a ‘la conciencia de Dios’, que es la conciencia de que cada uno es dios”, subraya Pivel.

En este orden de ideas, Luis Santamaría puntualiza que “las personas deben descubrirse como partes de un Todo, que lo abarca todo, y todo lo diviniza. No hay diferencia entre la divinidad y la humanidad, ya que somos chispas de la gran energía divina universal”. Así, la energía viene a sustituir a Dios y su gracia. En esta espiritualidad –insiste Santamaría– “no hay un Dios que dicte lo que está bien y lo que está mal. La salvación se consigue por el propio esfuerzo. Se propone una gran variedad de métodos y técnicas, de cursillos y prácticas, para lograr el perfeccionamiento personal”.

¿Quiere decir entonces que las prácticas de la Nueva Era son malignas? Stratford Caldecott afirma que algunas prácticas asociadas a ciertos grupos de la Nueva Era son nocivas y peligrosas, como pueden ser los ‘espíritu guía’, la dependencia de la astrología, o la participación en la regresión a vidas pasadas. Hay otras que resultan más ambiguas, como el yoga o ciertas formas de meditación o de terapia, por ejemplo. Algunas, no son necesariamente perjudiciales –como la acupuntura–, pero el peligro de ser ecléctico es terminar eligiendo lo que a cada uno le parece suficientemente atractivo, sin examinar si es cierto y así caer en un especie de “consumismo” espiritual inquieto, que es muy perjudicial para el desarrollo de la fe.

Clare McGrath-Merkle, quien estuvo involucrada en yoga, reiki y oración centrante durante varios años, y sufrió dolorosas consecuencias, adopta una postura más contundente: “Hay razones complejas para evitar estas cosas. El discernimiento puede ser difícil… Por eso, suelo decirle a los católicos que uno puede tomar un vaso de agua limpia y añadirle una gota de veneno, entonces ya no tendrá un vaso de agua pura con un poco de veneno, sino agua envenenada. Si uno está navegando y dirige el barco algunos grados al margen del rumbo, puede alejarse kilómetros de su ruta en cuestión de días”.


¿Buscar una “alternativa”?

Stratford Caldecott, en su texto “Catholicism and the New Age Movement” (El catolicismo y el movimiento Nueva Era), que será publicado en The Catholic Church and the World Religions (La Iglesia Católica y las Religiones del Mundo, Ed. Gavin D’Costa, 2011), demuestra algunas contradicciones en los planteamientos de la Nueva Era. Se busca someterse a una autoridad (un gurú, por ejemplo), pero se evita a toda costa la autoridad real de la Iglesia, instituida por Cristo. Se busca el amor, pero se rechaza el compromiso de por vida. Se respeta la naturaleza, pero se quiere escapar de las limitaciones que ésta impone. Se quiere llegar a ser inmortal, pero a la vez se pretende evolucionar hacia algo diferente y mejor a sí mismo. Manuel Guerra, sacerdote y autor de 100 preguntas-clave sobre ‘New Age’, apunta una incoherencia más: “la Nueva Era se presenta como la ‘alternativa’ de las religiones, la medicina, la música, la dietética… tradicionales, pero ‘alternativa’ no significa que cada uno podrá escoger. Se trata de una alternativa sustitutiva, o sea, que cuando llegue el ‘Aguador’ que nos va inundar de paz, gozo y armonía, va a tener lugar la desaparición de las religiones (especialmente del cristianismo), y la imposición generalizada e inevitable de la espiritualidad, la terapéutica, etc., de la Nueva Era”. Por eso él advierte de que Nueva Era y cristianismo son mutuamente excluyentes. Para ilustrarlo, basta con fijarse en una creencia como la reencarnación, propagada en Occidente por la Nueva Era: “Quien cree en la reencarnación (‘renacimiento’ en el budismo) no cree en la redención, ni en Jesucristo Redentor, ni en la gracia divina, ni en la subsistencia del alma espiritual entre la muerte y la resurrección, ni en la resurrección de los muertos, ni en el infierno, ni en la purificación tras la muerte (Purgatorio)…”.

Ante la confusión que han generado estas creencias, Stratford Caldecott –él mismo ex simpatizante de la Nueva Era y converso– recuerda que Juan Pablo ii y Benedicto xvi han pedido responder a la Nueva Era con una “Nueva Evangelización”. “Hacen falta sacerdotes católicos que comprendan las razones por las que las personas podrían sentirse atraídas por ideas y prácticas de la Nueva Era, además de ofrecer una ‘catequesis continua’ sobre los misterios y los símbolos de la fe”. El reto es para cada católico: no hay que dejarse confundir por promesas milagrosas que llegan de tantos sitios. En la Iglesia se viven verdaderos milagros, como el milagro de Jesús hecho Eucaristía, que están a nuestro alcance cada día. La verdadera respuesta a las inquietudes del corazón del hombre están en este manantial de agua viva.




El Nuevo Orden Mundial

Aunque parece sólo una nueva espiritualidad, los influjos de la Nueva Era llegan hasta la ciencia o la política. Tal y como explica Luis Santamaría, hay señales que llaman la atención: “Todos los movimientos ecologistas radicales, como la ecología profunda o deep ecology acaban poniendo al mismo nivel a los seres vivos y a todo el medio ambiente, lo que lleva a una reducción del valor peculiar del ser humano, y propugna una redivinización de la Tierra”.

Esta consideración de la Tierra como una realidad superior viene corroborada por proyectos como La Carta de la Tierra, patrocinada por la ONU, como señala el profesor Michel Schooyans, doctor en Filosofía y Teología de la Universidad de Lovaina. La Carta de la Tierra abandona, e incluso ataca, el antropocentrismo judeocristiano y romano. El documento se define como una declaración de principios fundamentales para la construcción de una sociedad global justa, sostenible y pacífica en el siglo xxi. Propugna cambios fundamentales en los valores, instituciones y formas de vida, con el fin de evaluar e impulsar la aceptación universal del documento expresamente elaborado para sustituir a los Diez Mandamientos, y llegar a ser el nuevo paradigma ético del nuevo milenio, como declaró en 1992 uno de sus promotores: Mijaíl Gorbachov.

Éste es un ejemplo de cómo iniciativas internacionales tienen detrás elementos de la Nueva Era: que el mundo constituye un todo, dotado de más realidad y valor que las partes que lo componen. En ese todo, el hombre surge como un mero avatar en la evolución de la materia.

En este Nuevo Orden Mundial, las religiones han de fusionarse. Para Luis Santamaría, iniciativas como las cumbres de líderes religiosos auspiciadas por organismos como la ONU “buscan un contacto entre las confesiones religiosas que aboca a la fusión, olvidando las diferencias irrenunciables, más que al verdadero intercambio de identidades”. Una de las promotoras de La Carta de la Tierra, Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz y Mensajera de la Paz de la ONU, declaró: “Hay que reescribir la Biblia. Una biblia, en la que el hombre, el medio ambiente y Dios formen parte de un todo en el que no haya diferencias, para romper con la tradición abrahámica del judaísmo, el cristianismo y el Islam, dominada por el antropocentrismo en el que se le da a la naturaleza una importancia secundaria”.



MENTIRAS PROPAGADAS POR LA NUEVA ERA

Sharon Lee Giganti, ex simpatizante de la Nueva Era, advierte sobre los principlales errores que ha propagado este movimiento:

El potencial humano es ilimitado: “No hay nada que no se pueda tener, o hacer, o ser”.

La desinstitucionalización de la religión: las instituciones religiosas son villanas, especialmente la Iglesia católica, su jerarquía, su dogma y su doctrina.

El relativismo: no existen absolutos morales (el bien y el mal); no existe una norma divina, trascendente, que guíe el comportamiento humano, por eso no tenemos derecho a juzgar o a “imponer nuestra moral” a los demás.

La libertad sin límites: la “nueva tolerancia” pregona una libertad absoluta, que debe reinar por encima de todo.

Las definiciones erróneas de Dios y del ser humano: Dios es una “energía”, una “fuerza”; es el Universo entero, es todo lo que es. Y tú eres “conciencia”, tú eres dios.

Los sentimientos como guía: “Tus sentimientos son la guía más sabia para todos tus asuntos”.

La fusión de las religiones: todas enseñan la misma verdad y todos los caminos conducen a Dios.

La ley de la atracción: “Tú atraes todo lo que te sucede gracias a las vibraciones que generas con tu pensamiento”.

La búsqueda de la “totalidad”: “Todos somos una sola ‘conciencia’ y esa unidad es Dios”, “la separación es ilusoria”, por eso: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo, ya que tu prójimo eres tú.” (Eckhart Tolle).

El engaño de la ilusión: “El mundo físico es una ilusión; estamos viviendo un sueño y nosotros podemos cambiar cualquier aspecto del sueño con el pensamiento”.

El mito de la proyección: todos los acontecimientos externos son “proyecciones” de tus pensamientos y sentimientos internos, que surgen como una imagen en una pantalla.

La negación del pecado original: los conceptos de pecado, culpa y castigo son el resultado del “condicionamiento social” y han sido perjudiciales para la raza humana.

La divinización de la naturaleza: El hombre y la naturaleza tienen el mismo valor, sólo se diferencian en su grado de “conciencia”, por eso, el hombre debe adaptarse a la maternidad de la Tierra y obedecer las leyes naturales.

La creencia en la reencarnación: La conciencia se reencarna y es posible acceder a vidas pasadas a través de los sueños, de regresiones y de técnicas de meditación.



ALERTAS

LA ENERGÍA. “Según la Nueva Era, existe la energía y solamente energía. La fe cristiana cree en la existencia de lo estrictamente espiritual: Dios, ángeles, demonios, alma humana”, nos recuerda Manuel Guerra

LA MAGIA Y LAS PRÁCTICAS ADIVINATORIAS. “Dios prohíbe a sus hijos tomar parte en prácticas de magia, adivinación y brujería. Él prohíbe aquello que pueda hacernos daño o arruinar nuestra relación con Él. Según la definición clásica, es magia todo aquello que implique la manipulación de los ‘poderes del universo’ con el fin de forzar la realidad para que se acomode a nuestras necesidades”, indica Sharon Lee Giganti

MOVIMIENTOS ECOLOGISTAS. “El proyecto Gran Simio y algunas propuestas éticas del mismo estilo tienen mucho que ver con la reducción del valor peculiar del ser humano. También algunas iniciativas de promoción del diálogo interreligioso ‘desde arriba’ (Administraciones públicas y organismos como la UNESCO)”, advierte Luis Santamaría

SANACIÓN POR LA MANIPULACIÓN DE “ENERGÍA”. “La pregunta a hacerse a la hora de considerar una técnica en particular es si trabaja con una falsa idea de la energía ‘espiritual’ que puede ser manipulada. Alerta sobre el reiki, pues se basa en la magia tántrica. Cuidado con el yoga, pues sus mismas posturas tienen significados ocultos e influencias en la psique”, advierte Clare McGrath-Merkle

viernes, 10 de diciembre de 2010

WIKILEAKS ¿UNA OPERACION DE FALSA BANDERA?

Tras las informaciones reveladas por la página web de Julian Assange "Wikileaks" y que fueron calificadas nada más y nada menos de terremoto informativo la primera impresión que tuve fue de cierta desconfianza, antes de conocer la información ya dudé de la misma por la simple razón de que los medios informativos que habían sido acreditados por el propio Assange para distribuirla (vease El País, Der Spiegel,etc) son medios vinculados con el orden y el pensamiento mundial que Assange dice precisamente combatir, ni que decir tiene los enormes beneficios que dichos medios han obtenido publicando las revelaciones en exclusiva de Wikileaks.

El segundo motivo para la desconfianza es la nula relevancia de las informaciones "desclasificadas", no se dice nada que realmente ya no se supiera, ni se pone en un verdadero compromiso al gobierno de EEUU ni a su diplomacia, todo lo revelado eran opiniones que ya se sabian de antemano y "cotilleos" de diplomáticos ya retirados o que hace tiempo que dejaron cargos de importancia en la administración pública.


No quiero decir con esto que Assange actuase de mala fe, o quizas si, es imposible de saber a ciencia cierta, pero es más que probable que esta información fuese filtrada con toda la intencionalidad del mundo por parte de los propios servicios secretos de EEUU como una operación de falsa bandera para incrementar el control sobre personas que en el futuro pudieran seguir los pasos de Wikileaks, en definitiva creo que las revelaciones no han sido sino un "Caballo de Troya" para acabar con wikileaks, con iniciativas similares y probablemente con el propio Julian Assange.

Por: Antonio M.R.

domingo, 5 de diciembre de 2010

ESTADO DE ALARMA EN ESPAÑA, ENSAYO GENERAL ANTE LA INMINENTE QUIEBRA DEL ESTADO

Las últimas medidas económicas del régimen socialista y del gobierno Zapatero entre las cuales se incluian la privatización parcial de AENA, y el endurecimiento de las privilegiadas condicones laborales de los controladores aereos han llevado a España a una situación nunca antes vista en la democracia, una huelga salvaje por parte de los controladores ha llevado a la paralización del espacio aereo español y a la declaración del estado de alarma por parte del gobierno, una situación que anula la mayoria de los derechos constitucionales de aquellos que la sufren y que pasan a otorgar poderes al ejército sobre sectores y personal civil que a su vez son sometidos al regimen judicial militar.

Zapatero sabe que el país está en quiebra, sabe que España no puede ser rescatada por el alto coste para la economía mundial que supondría tal operación, y sabe que el kaos social que se avecina no tiene ningún precedente en la historia de nuestro país, Zapatero sabia por supuesto de antemano que los controladores iban a declarar una huelga salvaje en pleno puente y me atrevería a decir que incluso Él, ha provocado esta situaciÓn como ensayo general de lo que va a ser un autÉntico estado de Alarma tras la inminente quiebra de nuestra economia.



Una gran confusión prevalece sobre el futuro de la economía española, una vez que para algunos países parece haber pasado el peor momento de la crisis financiera y la recesión posterior, y una vez que el presidente Zapatero ha osado dar por iniciada oficialmente la recuperación. Dejemos de lado la economía internacional, en una situación mucho más problemática, compleja y peligrosa de lo que se cree, y centrémonos en lo que ocurre en nuestro país.

Zapatero fue el último en enterarse de la crisis económica y ha sido el primero en anunciar la recuperación. No sabe por qué ha comenzado, no puede calibrar su fuerza, no está en condiciones de asegurar su continuidad, no se atreve a pronosticar cuándo la mejora se traducirá en el empleo, pero para él la recuperación está en marcha. No hay que perder ni dos líneas en resaltar la insolvencia del presidente del Gobierno, ni su afición a actuar como un prestidigitador sacando conejos de la chistera (el último, la patraña del proyecto de ley de economía sostenible).

El presidente del PP, siempre al acecho en su triste papel de buitre para aprovechar los desastres, no tiene inconveniente en decir que la crisis se ha detenido pero que la recuperación es imposible con este Gobierno. Los dirigentes de CCOO y UGT, extraviados en una crisis que se les ha venido encima sin preverla, han puesto en marcha una estrategia de apaciguamiento pensando que, con algunas concesiones, en varios años se recuperará la normalidad y con ella el papel institucional reformista relevante que ellos tienen. Podría decirse, pues, que al margen de matices y precisiones temporales, se da por supuesto que la recuperación es el horizonte de la economía española.

Frente a esta previsión, hay razones para sostener que no sólo no hay recuperación a la vista, lo cual elimina el debate sobre los años que durará la crisis, sino que la economía se adentrará en el futuro en un proceso de degradación continuo, al que no se puede por el momento vaticinar fin. A partir del difícil estado actual, el deterioro de la economía llevará a una situación con extremas tensiones políticas y sociales, que traspasará el ámbito electoral en el que por ahora se piensa que están los forcejeos sobre la salida de la crisis. Se comprende bien que los dos partidos mayoritarios vivan y se preparen para mantener la competencia electoral con la crisis como tema estrella, pero se entiende mal que los sindicatos no se dediquen a preparar a los trabajadores para los conflictos inexorables que hay por delante.

Una economía en quiebra

Hay que partir de caracterizar a la economía española como una economía en quiebra. Arrastra un déficit exterior extremadamente agudo, que lo ha convertido en uno de los países con una deuda exterior neta más grave del mundo, y tiene un nivel de paro desolador. Con estos datos, se puede concluir que esta economía no ha encontrado su sitio en el puzle de la globalización, y más concretamente, que no ha logrado un equilibrio razonable en el marco de la unión monetaria europea.

El vaticinio de la no recuperación surge de la imposibilidad de financiarla. Una economía en expansión daría lugar a unas necesidades de financiación exterior que son muy difíciles de cubrir. En primer lugar, por el montante exigido. En el 2008, el déficit de la balanza por cuenta corriente, lo que se requería financiar, fue un impresionante 10% del PIB. Se reducirá acusadamente en este año, por el hundimiento de la demanda y la actividad, pero aún representará más de un nada desdeñable 5% del PIB, y un relanzamiento lo dispararía de nuevo.

En segundo lugar, por el enorme volumen de deuda exterior acumulada, que debe refinanciarse cuando la solvencia del país anda en tela de juicio en los mercados financieros internacionales. Esa deuda se ha canalizado fundamentalmente por las entidades de crédito y ha atrapado a todos los sectores económicos, incluido ya el sector público, que será incapaz durante bastante tiempo de practicar una política fiscal expansiva. En tercer lugar, la crisis financiera se dejará sentir durante mucho tiempo: se mantendrán los circuitos del crédito obturados y la desconfianza y la inseguridad como clima general. La falta de crédito y liquidez en la economía española, las restricciones financieras actuales no se disiparán, si no se agravan con la crisis latente del sistema crediticio español. En esas condiciones, no es posible la recuperación.

Las miserias de la política

Pero el problema del desajuste estructural que sufre el país es más complicado. La situación insostenible, bloqueada, sin salidas visibles, la han puesto de manifiesto muchos prestigiosos analistas, paradójicamente más los extranjeros que los españoles, quizás por estar menos sometidos a las miserias de la política y a al conflicto de intereses que la crisis ha exacerbado. Pueden tomarse las declaraciones del premio Nobel Krugman como un buen exponente de las opciones existentes. Este ha dicho, en lo que podría denominarse como su dilema: la economía española ha de reequilibrar su situación en la economía internacional por medio de una mejora de su competitividad, que sólo puede venir por dos caminos: una devaluación de la moneda, cosa imposible por la pertenencia al euro, o un drástico ajuste interno de precios y costes.

La magnitud de ese ajuste es discutible, pero se ha manejado una cifra entre el 15 y el 20%. Esta salida tiene muy serios inconvenientes y su aplicación es casi imposible. No se puede descartar que la crisis promueva un ajuste interno progresivo, como de hecho se está produciendo ya. Pero no cabe esperar que por un acuerdo social se reduzcan los costes, es decir los salarios, en una proporción tan intensa como la situación reclama, y mucho menos los precios, de por sí incontrolables. Hay que tener en cuenta, además, que un ajuste depresivo de esta naturaleza hundiría la economía, lo que a partir de los niveles de paro existentes crea un panorama tan estremecedor como inquietante.

Y el problema se complica porque si llegara a producirse el ajuste y a remediarse el desequilibrio exterior, la economía española no podría adentrarse en una fase de recuperación sostenida digna de tal calificación, porque desde el mismo momento en que esto empezara a suceder se reproduciría la pérdida de competitividad y con ello reaparecerían los problemas de financiación exterior. Así pues, la salida posible que nos marca Krugman es un hundimiento inmediato de la economía, con más millones de parados, y la condena a permanecer en el fondo estancada, pues las aventuras de recuperación son poco menos que imposibles. Esta es por lo demás la que se considera la opción realista, la única, pues se ha logrado un pensamiento común generalizado entre los políticos y economistas de que la pertenencia al euro es algo irreversible.

Cabría empezar rebatiendo esta opinión, pues no hay en la política nada irreversible. Descolgarse del euro es verdad que está fuera de todos los proyectos para remontar la crisis. Entre los políticos es imposible encontrar alguno que apueste por la salida del euro. Entre los economistas y analistas la posición no es tan cerrada, pero abiertamente nadie ha puesto la cuestión sobre el tapete. Pero con realismo es necesario replantearse la pertenencia a la moneda única pues, como se ha visto, la salida que propone Krugman es lanzarse a un precipicio, y las sociedades no son proclives al suicidio.

Una catástrofe financiera

Después de más de una década de pertenencia al euro y los fuertes compromisos en dicha moneda que tienen adquiridos todos los agentes sociales, salir del euro y restablecer una moneda propia fuertemente devaluada conduciría, entre otros males y conmociones, a una catástrofe financiera, al tenerse que pagar en euros la deuda descomunal exterior existente. Que el país tendría que declararse en bancarrota es más que probable, pero, y esto es lo que da dramatismo a la situación de la economía española, es que posiblemente no hay otra alternativa. Esta implicaría hacer tabla rasa del pasado y tener que empezar de nuevo a construir una economía con una moneda mucho más débil, con una relación de intercambio más acorde con los fundamentos económicos, más protegida y menos abierta al exterior, pero al mismo tiempo con más posibilidades internas de ser dirigida y controlada. De nuevo se dispondría de una moneda para equilibrar los flujos económicos con el exterior y se ganaría un instrumento esencial para intervenir en la economía como es la política monetaria propia, a la que se renunció con el euro.

En fin, lo que se ha presentado como el dilema de Krugman es realmente una aporía, esto es, como dice el diccionario: dificultad lógica insuperable de un problema especulativo. Ninguna de las dos alternativas es razonable, las dos encierran problemas gravísimos de aplicación y las dos implican consecuencias pavorosas. De ahí la opinión de que la salida de la crisis no se resolverá en claves económicas sino como resultado de los conflictos sociales y políticos que promoverá una situación económica insostenible.

Parece claro que el futuro de la economía y de la sociedad española será convulso, está lleno de interrogantes y en modo alguno se encuentra despejado, como quieren hacer creer los que divulgan que la recuperación está a la vuelta de la esquina o la fijan ya como telón de fondo para el porvenir inmediato. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que las dos alternativas existentes comentadas, que contradicen esa perspectiva, determinan escenarios muy diferentes, con implicaciones que van mucho más allá del problema complejo de la salida de la crisis económica.