El Papa es infalible cuando haciendo uso de esa prerrogativa -la infalibilidad- define sobre fe y moral. El Papa no es infalible en el nombramiento de sus colaboradores. Puede realizar una selección asertiva o puede tomar una mala decisión. La historia de la Iglesia demuestra que varias decisiones al elegir para un puesto a un eclesiástico han llegado a ser erradas y, en ocasiones, hasta muy nocivas.
Naturalmente, el considerar la posibilidad de que un Papa haga una mala elección no lo entendería aquella piadosa y buena señora que se escandalizó cuando vio una escupidera en los aposentos papales. "¿Cómo? ¿El Papa escupe?". "Sí, -le respondieron- el Papa escupe, es humano y eso es algo muy natural". La buena señora se fue horrorizada. Era de aquellas personas que también imaginan que la autoridad papal implica siempre y en cualquier circunstancia infalibilidad o, al menos, absoluta asertividad en todo.
Al respecto, recordamos una anécdota que se atribuye a S.S. Pío XII y aunque seguramente no es histórica, encierra un sabio mensaje. Se dice que este gran Pontífice tenía un asistente personal que diariamente lo despertaba a la 6.00 a.m., descorriendo las cortinas de su aposento y diciéndole, invariablemente, de manera muy amable: "Su Santidad, es hora de despertar, son las seis de la mañana y el día está precioso". Cierto día, el asistente enfermó y el Papa no fue despertado con oportunidad; advirtiendo esto, enviaron un suplente. Éste era un personaje que no gozaba del optimismo del asistente habitual y era, además, algo malhumorado. El Pontífice despertó al escuchar que movían las cortinas y creyendo que era el asistente de siempre, al notar que no decía nada, le preguntó: "¿Son las seis de la mañana y el día está precioso?". El personaje le contestó: "¡Qué van a ser las seis, si ya son las nueve de la mañana y el día...el día está horrible y nublado!". Dicen que Pío XII le comentó sonriendo: "Colaboradores como tú necesito, para que me digan la verdad tal cual es y me aconsejen para tomar mejores decisiones. Que no me digan que todo está "precioso" y cuando pregunte la hora no me respondan "la que Su Santidad diga". Gracias por tu franqueza".
Lo anterior viene a cuento por el reciente nombramiento de Mons. Gerhard Ludwig Müller como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Mons. Müller está vinculado en su pensamiento con los teólogos de la nueva corriente teológica modernista, como Hans Urs Von Baltashar, Jean Daniélou y Henri de Lubac y es, además, discípulo del creador de la Teología de la Liberación, el peruano Gustavo Gutiérrez (recordemos que desde que era cardenal el actual Pontífice ha estado en contra de esa corriente pro-marxista). Sustituye al cardenal estadounidense William Joseph Levada, quien se retira tras haber superado la edad jubilatoria de los 75 años. Esa Prefectura también coloca a Müller como presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. Además, fue elevado -al mismo tiempo- a la dignidad de arzobispo.
Como maestro y como obispo, Mons. Müller ha demostrado ampliamente no tener una doctrina segura. Han circulado por internet diversas citas de él que comprueban su heterodoxia. Hemos esperado varios días para verificar su autenticidad o que fueran desmentidas. Lamentablemente se han confirmado y sólo una débil explicación ha sido infructuosamente dada por Mons. Nicola Bux, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tratando inútilmente de justificar lo injustificable y confirmando como ciertas esas citas de Mons. Müller. En su fallida defensa, Mons. Bux, parte de que la teología "puede ser opinable" y sostiene que "las cosas escritas por monseñor Müller pertenecen a su etapa de teólogo y un teólogo no produce doctrina, al menos inmediatamente". En realidad, la teología parte de las verdades ya definidas y, en aquello que no lo ha sido, permite la especulación y las opiniones como tales, siempre que no contravengan lo ya enseñado por la Iglesia (esto es, siguiendo las sentencias anteriores y desarrollando todo en el mismo sentido original). Por lo mismo, en teología no todo -ni siquiera la mayor parte- puede ser motivo de especulación y opiniones. Después de sus débiles explicaciones, Mons. Bux -al percatarse de esto mismo- quiere finalmente justificar todo con una "explicación" temporal: esas doctrinas "pertenecen a su etapa de téologo", lo cual tampoco explica nada ni justifica lo injustificable.
¿Qué ha dicho Mons. Müller?
1) Sobre la virginidad de la siempre Virgen María:
En su libro “Dogmática católica: estudio y práctica de la teología” (Friburgo, 2003, quinta edición), Müller contraviene el dogma de la virginidad de María. Para él la virginidad no tiene que ver con las “características fisiológicas en el proceso natural del nacimiento de Jesús, sino con el influjo salvífico y redentor de la gracia de Cristo para la naturaleza humana”*.
La explicación de Müller deja en entredicho la virginidad de María EN EL PARTO, pues según él no implica integridad fisiológica, con lo cual no se ve, justamente, cómo se podría sostener la virginidad de María durante el mismo.
En cambio la Iglesia Católica ENSEÑA:
“Can. 3. Si alguno no confiesa, de acuerdo con los Santos Padres, propiamente y según verdad por Madre de Dios a la santa y siempre Virgen María, como quiera que concibió en los últimos tiempos sin semen por obra del Espíritu al mismo Dios Verbo propia y verdaderamente, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente le engendró, permaneciendo ella, aún después del parto, en su virginidad indisoluble, sea condenado” (Definición del Concilio Lateranense (año 649), convocado por el papa Martín I). Denz. 255.
Paulo IV condena a quienes digan que la beatísima Virgen "no es verdadera madre de Dios ni permaneció siempre en la integridad de la virginidad, a saber, antes del parto, EN EL PARTO y perpetuamente después del parto" ("Cum quorundam", contra los unitarios. Año 1555). Denz. 993.
Santo Tomás de Aquino lo explica muy bien: "..hemos demostrado suficientemente que su virginidad no sufrió menoscabo antes ni después del parto. En el acto del parto tampoco sufrió menoscabo su virginidad. En efecto: el cuerpo de Cristo que penetró en el lugar en que estaban sus discípulos sin abrir las puertas cerradas, pudo muy bien, en virtud de la misma potestad, salir del seno cerrado de su Madre. Convenía, por consiguiente, que, naciendo para restablecer en su integridad todo lo que había sido corrompido, no destruyera con su nacimiento una integridad existente".
2) Sobre la Transubstanciación del pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo
En 2002 Müller publicó el libro “La Misa, fuente de la vida cristiana” (St. Ulrich Verlag, Ausburg) en el cual habla del Santísimo Sacramento. Pero desaconseja el uso de términos “cuerpo y sangre” para los dones eucarísticos. Según Müller estos términos podrían producir “malentendidos”:
“Cuerpo y sangre de Cristo no significan las partes físicas del hombre Jesús durante su vida o en su cuerpo glorificado”, el obispo dice: “Cuerpo y sangre significan aquí específicamente una presencia de Cristo en el signo mediato del pan y del vino”.
La Santa Comunión expresa, según Müller, “la comunión con Jesucristo, mediante la consumación de pan y vino”.
Él compara esto con una carta que puede significar una amistad entre dos personas: “Ante el destinatario puede, por así decir, representar e indicar el afecto del emisor”. Müller explica el pan y el vino eucarísticos como simples “signos de la presencia salvífica de Jesús”.
Monseñor Müller "ilustra" su concepto de “transubstanciación” así:
“La esencia del pan y del vino debe ser definida en un sentido antropológico. El carácter natural de estos dones (pan y vino) como frutos de la tierra y del trabajo humano, como productos naturales y culturales, consiste en la designación del alimento de las personas y de la comunidad humana en el signo de una comida común (…). El ser natural del pan y del vino es transformado por Dios en el sentido que este ahora demuestra y realiza la comunión salvífica”.
En cambio la Iglesia Católica ENSEÑA:
De acuerdo con la doctrina de la transubstanciación del Concilio dogmático de Trento sólo quedan las apariencias de pan y el vino.
El Concilio de Trento resume así la fe católica cuando afirma: "Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transustanciación" (DS 1642)."
Canon I del Concilio dogmático Trento sobre la Eucaristía: "Si alguno negare, que en el santísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre juntamente con el alma y divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y por consecuencia todo Cristo; sino por el contrario dijere, que solamente está en él como en señal o en figura, o virtualmente; sea anatema".
3) Sobre la UNICIDAD de la verdadera Iglesia de Cristo y el ecumenismo.
Durante un discurso en honor del obispo luterano Johannes Friedrich, el 11 de octubre de 2011, monseñor Müller presentó un texto de su eclesiología. Mons. Müller dijo en esa ocasión:
“El Bautismo es el carácter fundamental que nos une sacramentalmente en Cristo, ante el mundo en una sola Iglesia visible. Nosotros como cristianos, católicos y protestantes, estamos por lo tanto ya unidos en aquello que llamamos la Iglesia visible. En un sentido estricto existen, por lo tanto, no muchas Iglesias, es decir una junto a la otra, más bien existen divisiones y desuniones al interior de un único pueblo y de una única casa de Dios”.
Según Müller, la esencia del ecumenismo consiste en lo siguiente: “Nosotros definimos nuestra relación recíproca ya no sobre la base de las diferencias efectivamente existentes en la doctrina, en la vida y en la constitución de la Iglesia, sino sobre la base de cuánto tenemos en común. Este es el fundamente sobre el cual nos movemos”.
En cambio la Iglesia Católica ENSEÑA:
El Papa San León IX en su símbolo de la fe (Carta Congratulamur vehementer del año 1053) proclama:
"Creo que hay UNA SOLA verdadera Iglesia, Santa, Católica y Apostólica". (Denz 347). Su Santidad Inocencio III enseña la fe católica: "De corazón creemos y con la boca confesamos UNA SOLA IGLESIA, NO DE HEREJES, sino la Santa, Romana, Católica y Apostólica, fuera de la cual creemos nadie se salva" (Carta Eius exemplo del año 1208). Denz. 423.
Por su parte, el Papa Bonifacio VIII señala: "Por apremio de la fe, estamos obligados a creer y mantener que hay UNA SOLA y Santa Iglesia Católica y la misma Apostólica, y nosotros firmemente la creemos y simplemente la confesamos, y fuera de ella no hay salvación ni perdón de los pecados". (Bula Unam Sanctam del año 1302). Denz. 468.
S.S. Pío IX condena, por medio de la Carta del Santo Oficio a los obispos de Inglaterra, el 16 de septiembre de 1846, a quienes suponen que la Iglesia de Cristo puede estar integrada o consta de diversas denominaciones junto con la Católica. Así, rechaza que la Iglesia de Cristo esté integrada "de la Iglesia Romana en parte...parte del cisma de Focio y de la herejía anglicana" (Denz. 1686).
En tanto Pío XI en su famosísima encíclica Mortalium animos de 1928, nos advierte:
"Así pues, los que se proclaman cristianos es imposible no crean que Cristo fundó una Iglesia, y precisamente una sola. Más, si se pregunta cuál es esa Iglesia conforme a la voluntad de su Fundador, en esto ya no convienen todos. Muchos de ellos, por ejemplo, niegan que la Iglesia de Cristo haya de ser visible, a lo menos en el sentido de que deba mostrarse como un solo cuerpo de fieles, concordes en una misma doctrina y bajo un solo magisterio y gobierno.
"Estos tales entienden que la Iglesia visible no es más que la alianza de varias comunidades cristianas, aunque las doctrinas de cada una de ellas sean distintas."
Y condena a quienes sostienen que "suprimiendo y dejando a un lado las controversias y variaciones rancias de opiniones, que han dividido hasta hoy a la familia cristiana, se formule, se proponga con las doctrinas restantes una norma común de fe, con cuya profesión puedan todos no ya reconocerse, sino sentirse hermanos". Este Papa explica claramente que "la unión de los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el retorno de los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo, de la cual un día desdichadamente se alejaron; a aquella única y verdadera Iglesia que todos ciertamente conocen y que por la voluntad de su Fundador debe permanecer siempre tal cual El mismo la fundó para la salvación de todos...Porque siendo el cuerpo místico de Cristo, esto es, la Iglesia, uno, compacto y conexo, lo mismo que su cuerpo físico, necedad es decir que el cuerpo místico puede constar de miembros divididos y separados; quien, pues, no está unido con él no es miembro suyo, ni está unido con su cabeza, que es Cristo".
¿Cómo puede estar al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, como custodio de la doctrina católica, quien sigue a autores modernistas y de la "teología" de la liberación, y quien sostiene -además- los desatinos doctrinarios que hemos citado? Se discutirá si incurre sólo en errores teológicos o si son tesis heréticas, se dirá que son "pecadillos" de su época de teólogo, se le tratará de dar a sus textos todas las explicaciones doctrinarias posibles para intentar salvar su ortodoxia, se intentará justificarlo diciendo que su pensamiento no es claro o que los demás estamos incapacitados para comprenderlo porque es "muy profundo", en fin, se dirá lo que se quiera pero sus opiniones personales teológicas no son ni repiten claramente la doctrina tradicional definida y enseñada siempre por la Iglesia. Otros opinarán que sus citas son sólo equívocas o ambiguas. Entonces debería ser la propia Congregación para la Doctrina de la Fe la que le exigiera aclararlas y expresarse de un modo unívocamente católico. ¿Pero cómo podrá ser esto siendo Mons. Müller su Prefecto?
En el juramento contra el modernismo, San Pío X pidió a todos los clérigos y profesores jurar lo que no parece concordar con las posturas de Mons. Müller:
"...recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, siempre con el mismo sentido y la misma interpretación. Por esto rechazo absolutamente la suposición herética de la evolución de los dogmas, según la cual estos dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha dado la Iglesia en un principio. Igualmente, repruebo todo error que consista en sustituir el depósito divino confiado a la esposa de Cristo y a su vigilante custodia, por una ficción filosófica o una creación de la conciencia humana, la cual, formada poco a poco por el esfuerzo de los hombres, sería susceptible en el futuro de un progreso indefinido".
Oremos para que a tiempo sea corregida esta designación o que Dios mueva y cambie el corazón y la mente de Mons. Gerhard Ludwig Müller para que rectificando, proclame y defienda la fe sin mácula de la Iglesia Católica.
Desearíamos que algún colaborador del Papa -como el atribuido a S.S. Pío XII- le dijese que "el día está horrible y nublado".
Ya hemos visto el precio que han tenido otras designaciones erradas en la Iglesia. Resulta gravísimo que el encargado de la doctrina de la fe (y de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei) en la Iglesia sea, precisamente, un modernista heterodoxo cuyas tesis deberían ser analizadas por esa misma Congregación.
Si no es propiamente la Iglesia la queda en sus manos...las cuestiones de la fe, al parecer, sí quedarán en manos de...Müller. ¿Resulta lógico que un heterodoxo sea el juez de la fe y la ortodoxia de otros?
Tomado de Catolicidad del 10 de Julio del 2012.
lunes, 11 de febrero de 2013
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El delegado de Dios en la tierra no dimite, sino que abdica. Espero que, llegado el día de su Juicio Particular, no tenga que oír las mismas palabras que oyó San Pedro:
ResponderEliminar- "Qvo vadis, Petre?"
Más que nada, porque San Pedro pudo rectificar, pero Josef Ratzinger ya no estará en situación de hacerlo.
Hasta la elección del nuevo Papa, la Iglesia quedará en manos de Sodano y Müller.
¿Dónde queda la tan anunciada "hermenéutica la de reforma en continuidad con la tradición viva"?
En lo que siempre fue: la revolución conciliar, 1789 en la Iglesia.
Bueno, me parece que todo es extraño , no creo que haya abdicado libremente , quizas se haya visto forzado a hacerlo , quien sabe...solo Dios conoce las razones y también todo lo que tiene a su alrededor , nada fácil de sobrellevar para un hombre anciano y enfermo .
ResponderEliminar-Lucy-
"Hasta la elección del nuevo Papa ,la Iglesia quedará en manos de Sodano y Müller"--
ResponderEliminarSupongo se estárá refiriéndo a partir del 28 febrero ...?
La verdad que estar en manos del Mons. Müller ,teniendo en cuenta que sus opiniones, me parece gravísimo, entiendo con esto que el Papa Benedicto conociendo el problema no podía hablar ,por estar rodeado de lobos con piel de cordero.
-Lucy-