martes, 15 de septiembre de 2009

EL MINISTRO "DESATINOS" Y SU VERGONZOSA HUMILLACION EN GIBRALTAR,

Desde luego el mote nunca estuvo mejor aplicado. Las andanzas de este personaje melifluo son bien conocidas: mediador fracasado en Oriente Medio, muñidor de acuerdos desastrosos con Marruecos ( con graves perjuicios para la agricultura española, enésima traición a los mil veces traicionados saharauis ), en definitiva un claudicante que se envuelve en la nube de las palabras melosas " dialogo" y "acuerdo". Señor Desatinos, para dialogar y lograr acuerdos que no sean una cesión unilateral hay que tener de partida una posición clara: la defensa de la integridad del ámbito geográfico y territorial de la nación española. Eso es de lo que usted y su nefasto patrón y sostenedor aposentado en Moncloa carecen por completo. Lo que en 300 años ningún gobierno español por muy inepto o débil que fuera había aceptado jamás, usted lo ha hecho: reconocer implicitamente con su mera presencia en Gibraltar la soberania de este paraiso fiscal que vive a expensas del parasitismo y los negocios ilegales sobre el resto del territorio español.

Todos los intentos de aproximación y de concesiones unilaterales aceptados por el gobierno español de la partitocracia PPsoe ( incluimos al ridículo ex-ministro Piqué en el lote ), aceptando la ampliación del aeropuerto, las facilidades de tránsito y la disminución de controles en el espacio terrestre y marítimo, el uso descontrolado de su puerto como taller de reparaciones de submarinos nucleares o la instalación de redes de telecomunicaciones donde nosotros poniamos el gasto y los gansteres de la roca el uso, solo han servido para envalentonar a los sucesivos alcaldes-"ministros principales" del Peñón y dar aire a sus pretensiones de casi-independencia bajo el cómodo paraguas británico.


¿ Y quien ha consentido esto ? La mal llamada diplomacia española, que ha vuelto a cometer otro de los patinazos a los que tan frecuentemente nos tiene acostumbrados. Menos palabrería y más firmeza ante los desafíos de un pueblecito repoblado astutamente por los ingleses con elementos foraneos que solo conocen el interés mercantil. No se lo pongamos fácil, y demosles la espalda, es nuestro derecho.

Por: Juan S. Tortosa.

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