Si por un hombre entró el pecado al mundo y por el pecado entró la muerte, por un hombre esa misma deuda de Adán, nuestro primer padre, debía ser saldada, la sangre santísima e inmaculada de Jesucristo, víctima inocente inmolada en reparación por todos los pecados de la humanidad, lavó la mancha de nuestra iniquidad, blanqueando las vestiduras de los justos, con su resurrección derrotó la muerte, la maldición de todo el género humano, justo castigo por nuestra rebelión, pero que ya no tiene poder en los que perecen en el amor de aquel que pagó sus deudas, en los que resucitan para la vida por la gracia de aquel que se ofreció como primicia de la vida ante el Padre celestial.
Pero no fue Adán el primero que comió de la manzana, ni fue Adán el primero que escuchó las palabras de la serpiente, las palabras de la tentación, sino que fue Eva, la mujer que Dios dio por compañera al hombre, la primera que provó del fruto prohibido y la que se lo ofreció al hombre.
Por el papel que tuvo la mujer en la caída del género humano Dios sentenció: “Yo pongo enemistad entre ti (Satanás) y la mujer, entre tu linaje y el suyo, ella te aplastará la cabeza, y tu solo tocarás su calcañal” Génesis 3:15, es por esto que no puedo imaginarme el papel redentor de Jesucristo sin el papel correndentor de su Santísima Madre María, pues en ella se cumple el designio divino que otorga a la mujer el papel de aplastar la cabeza de Satanás, así pues María anunció en Guadalupe “Yo he venido a aplastar la cabeza de Quetzalcoalt (La serpiente de Piedra )” haciendo honor al designio divino que le otorgaba a ella el privilegio de destruir las obras de Satanás en los últimos tiempos antes de la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo.
María que fue anunciada madre de todos los creyentes en la figura del apóstol Juan al pie de la Cruz, nos ama por tanto con un amor materno-filial inimaginable para el hombre y solo vagamente comparable con el amor que siente una madre por su hijo, un amor preocupado, y responsable cuando ese hijo está en peligro, un amor ardiente y penetrante cuando ese amor es correspondido por el buen hijo, pero también por un amor celoso y combativo cuando María ve a la serpiente apunto de devorar a uno de sus pequeños hijos a los que ama de manera inimaginable, la pérdida de un hijo es irreparable puesto que cada uno de nosotros somos objeto de un amor personal e incondicional por parte de Dios y de nuestra Madre celestial.
Así pues María como madre amorosa y celosa de sus hijos nos advierte contra la acechanza de Satanás travestido en infinidad de formas que busca nuestra perdición, lo hizo en La Salette, en Lourdes, en Guadalupe, en Fátima y un interminable etcétera de apariciones, en ellas nuestra madre nos advierte y nos pide oración, sacrificios y penitencia, en reparación por nuestros pecados y los del mundo entero, nos pide oraciones por la conversión del mundo a su inmaculado corazón, por las almas benditas del purgatorio, y muy especialmente por los pecadores que están en peligro de condenación eterna.
Quien conoce y escudriña las obras del mal y no escucha las peticiones de su madre respecto a este mismo mal, es un miserable y un hijo desgraciado, así pués sirva este humilde escrito para mayor Gloria de Dios y de nuestra Madre amadísima, María Reina de los Cielos, justa vencedora de Satanás y todas sus herejías, que bajo su amor se refugien todos los pecadores que andan en sombras de muerte, que su inmaculado corazón sea nuestra defensa en estos tiempos de oscuridad que nos ha tocado vivir.
Por: Antonio M.R.
Pero no fue Adán el primero que comió de la manzana, ni fue Adán el primero que escuchó las palabras de la serpiente, las palabras de la tentación, sino que fue Eva, la mujer que Dios dio por compañera al hombre, la primera que provó del fruto prohibido y la que se lo ofreció al hombre.
Por el papel que tuvo la mujer en la caída del género humano Dios sentenció: “Yo pongo enemistad entre ti (Satanás) y la mujer, entre tu linaje y el suyo, ella te aplastará la cabeza, y tu solo tocarás su calcañal” Génesis 3:15, es por esto que no puedo imaginarme el papel redentor de Jesucristo sin el papel correndentor de su Santísima Madre María, pues en ella se cumple el designio divino que otorga a la mujer el papel de aplastar la cabeza de Satanás, así pues María anunció en Guadalupe “Yo he venido a aplastar la cabeza de Quetzalcoalt (La serpiente de Piedra )” haciendo honor al designio divino que le otorgaba a ella el privilegio de destruir las obras de Satanás en los últimos tiempos antes de la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo.
María que fue anunciada madre de todos los creyentes en la figura del apóstol Juan al pie de la Cruz, nos ama por tanto con un amor materno-filial inimaginable para el hombre y solo vagamente comparable con el amor que siente una madre por su hijo, un amor preocupado, y responsable cuando ese hijo está en peligro, un amor ardiente y penetrante cuando ese amor es correspondido por el buen hijo, pero también por un amor celoso y combativo cuando María ve a la serpiente apunto de devorar a uno de sus pequeños hijos a los que ama de manera inimaginable, la pérdida de un hijo es irreparable puesto que cada uno de nosotros somos objeto de un amor personal e incondicional por parte de Dios y de nuestra Madre celestial.
Así pues María como madre amorosa y celosa de sus hijos nos advierte contra la acechanza de Satanás travestido en infinidad de formas que busca nuestra perdición, lo hizo en La Salette, en Lourdes, en Guadalupe, en Fátima y un interminable etcétera de apariciones, en ellas nuestra madre nos advierte y nos pide oración, sacrificios y penitencia, en reparación por nuestros pecados y los del mundo entero, nos pide oraciones por la conversión del mundo a su inmaculado corazón, por las almas benditas del purgatorio, y muy especialmente por los pecadores que están en peligro de condenación eterna.
Quien conoce y escudriña las obras del mal y no escucha las peticiones de su madre respecto a este mismo mal, es un miserable y un hijo desgraciado, así pués sirva este humilde escrito para mayor Gloria de Dios y de nuestra Madre amadísima, María Reina de los Cielos, justa vencedora de Satanás y todas sus herejías, que bajo su amor se refugien todos los pecadores que andan en sombras de muerte, que su inmaculado corazón sea nuestra defensa en estos tiempos de oscuridad que nos ha tocado vivir.
Por: Antonio M.R.
¿¿¿¿María corredentora???? Tengo entendido que el que dio su vida por nosotros fue solo uno y que es el camino, la verdad y la vida, que nadie va al padre sino por él. No hables de redención compartida, como si también María, la madre de Jesús, nos salvará.
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