Ayer tuvo lugar en Madrid el desfile del Orgullo gay. O lo que es lo mismo, el desfile del lobby homosexual arropado por la izquierda política y sindical. Conviene recordar que existen homosexuales que no se ven representados por ese lobby, pero como no se organizan, la realidad es que la representación mediática de gays y lesbianas la ostentan los que ayer se pasearon por las calles de la capital de España.
Tanto el lobby como los partidos y sindicatos presentes coincidieron en criticar al PP por haber pedido al Tribunal Constitucional (TC) que se pronuncie sobre el matrimonio homosexual. De hecho, el presidente de la Federación de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales advirtió a Rajoy que no pensaban consentir que diera un paso atrás. Yo me pregunto qué piensan hacer en el hipotético caso de que el PP convierta el matrimonio homosexual en una unión civil con los mismos derechos que el matrimonio -eso es lo máximo que cabe esperar-, pero conociendo a ese colectivo, me imagino que se dedicarían a tomar la calle con ayuda de la izquierda.
En mi opinión, las posibilidades de que el actual TC declare inconstitucional el matrimonio homosexual son cercanas al cero absoluto. No porque dicho “matrimonio” sea o deje de ser inconstitucional, que en mi opinión lo es, sino porque estamos ante un tribunal absolutamente politizado que ha demostrado en repetidas ocasiones que es “sensible” a la voz de sus amos políticos. Si son capaces de llevar al brazo político de ETA a las instituciones, con mayor razón declararán legal esa ley.
Rajoy ha dicho en alguna ocasión que piensa esperar a la sentencia del TC antes de tomar alguna decisión. Si se produce el milagro de que el tribunal declare inconstitucional el término “matrimonio", el líder popular respirará tranquilo porque no tendrá que hacer nada. Pero como ya he dicho, ese escenario es casi imposibe. Por tanto, Rajoy tendrá que optar por mantener un matrimonio homosexual “constitucional” u optar por un cambio de nombre. Yo creo que lo dejará como está.
Hay quien sugiere que el PP está pendiente del voto católico. Si en este país dicho voto existiera, puede que los populares lo tuvieran en cuenta. Pero en España no son más de cien mil los ciudadanos que votan teniendo en cuenta los principios no negociables planteados por Benedicto XVI, entre los que se encuentra la defensa de la institución familiar según la ley natural. El resto de los católicos que valoran más o menos asuntos como el aborto y la familia optan siempre por el mal menor. De hecho, no encontrarán en los obispos una sola indicación clara que les anime a hacer otra cosa. Eso convierte al voto católico conservador en inexistente, en prisionero del sistema que favorece el bipartidismo.
En conclusión, la ingeniería social del zapaterismo no se verá esencialmente afectada por un triunfo del PP. Un Rajoy con mayoría absoluta dejará las cosas como están. Si acaso, eliminará la EpC o le quitará su carácter adoctrinador. incluso si llega a cambiar la ley del aborto para dejarla como estaba, eso no supondrá un cambio esencial, porque no es previsible un gobierno popular empeñado en que se cumplan estrictamente los supuestos que despenalizaban los abortos.
Desde el punto de vista católico, esta situación es el resultado de 30 años de una pastoral eclesial basada en una pasividad casi absoluta en relación a la promoción de los valores cristianos en la acción política. La presencia de católicos en la vida pública no pasa de la celebración de algunos congresos nacionales e internacionales, que luego no se traducen en una influencia notable en los partidos. Si comparamos la actuación de los obispos españoles con la de los prelados en el continente americano, el resultado es desolador. En Norteamérica, Centro América y América del Sur, el porcentaje de católicos que votan teniendo en cuenta su fe es infinitamente superior al de España. Aquí no tenemos, ni es previsible que tengamos, ningún obispo como Mons. Dolan o el cardenal Cipriani. Los prelados españoles se limitan a cumplir el expediente y a publicar notas llenas de típicos tópicos antes de las elecciones. Pero ni en los púlpitos -salvo casos aislados- ni en el día a día de la Iglesia se hace nada para que el voto católico sea una fuerza minoritaria pero de peso. Eso ayuda a que la derecha política opte por la tibieza -le llaman centrismo- ante las leyes inicuas que colaboran a que una sociedad moralmente enferma siga por el camino de la apostasía.
Luis Fernando Pérez Bustamante
http://infocatolica.com/blog/coradcor.php/1107030302-el-pp-y-el-matrimonio-homosex
domingo, 3 de julio de 2011
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Como bien ha comentado el primer ministro Cameron, no hay nada más conservador que el matrimonio. Por eso me pareció un error cuando ZP legalizó los matrimonios homosexuales en lugar de equiparar las uniones civiles y parejas de hecho con los matrimonios.
ResponderEliminarDesde mi punto de vista, exigir un derecho, anclado en un pasado rancio y que debe ser superado es un tremendo error. Pero mientras así estén las cosas, mejor lo malo conocido (matrimonio homosexual) que lo óptimo por conocer (equiparación entre parejas de hecho y matrimonios).
Deberian empezar a pensar como personas del siglo en el que estamos, y ademas pensar que no son los unicos ni sus ideas son mejores que las del resto.
ResponderEliminarEspero que un nuevo gobierno de derechas no signifique el cambio o recorte de derechos para nadie.
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