viernes, 12 de septiembre de 2014

CLARIFICADORA ENTREVISTA CON MONSEÑOR SCHNEIDER

Reciente Entrevista (5 de septiembre) a Monseñor Schneider bajo el título:
“La Iglesia no tiene autoridad para dar soluciones pastorales contrarias a las Verdades de Dios”
- En los próximos meses, obispos y cardenales se reunirán en Roma para discutir el tema de los católicos vueltos a casar, los católicos divorciados que luego se han casado por lo civil, quienes no pueden acceder a la Comunión. ¿Piensa usted que es posible cambiar la aproximación pastoral en el tema de dar la Comunión de los divorciados vueltos a casar, sin tocar la Doctrina y el Magisterio de la Iglesia?
Mons. Athanasius Schneider: En primer lugar quisiera decir que el sínodo no tratará en primer lugar el tema de la admisión o la posibilidad del acceso de los católicos vueltos a casar a la santa Comunión, sino que el tema del sínodo es la familia, la familia cristiana. Y este tema es uno de otros muchos temas. Pero los medios masivos, no cristianos, secularizados, y algunos grupos ideológicos al interior de la Iglesia, lo presentan ahora como el tema central.
Toda solución pastoral tiene que estar de acuerdo a las verdades de Dios. Y en este caso tenemos la verdad de Dios, no una ley de la Iglesia, sino el sexto mandamiento: “No cometerás adulterio”. Los divorciados vueltos a casar viven en adulterio, no en un matrimonio válido, y por lo tanto, ellos están viviendo contra el sexto mandamiento, la voluntad de Dios. Y esto es lo más importante, porque la Iglesia no tiene autoridad para dar una solución pastoral (en concreto, admitir a los divorciados vueltos a casar a la santa Comunión) la cual es contraria a las verdades de Dios. La única posibilidad es admitir a los divorciados vueltos a casar a la Comunión cuando ellos realmente estén sinceramente arrepentidos de sus actos de adulterio al vivir juntos, y tengan un propósito fuerte de, con la gracia de Dios, evitar más pecados contra el sexto mandamiento. Es decir, vivir juntos como si fueran hermanos, pero no cometer actos reservados sólo para las parejas en matrimonio válido.


Hay personas católicas que son divorciados vueltos a casar, que se esfuerzan por vivir en su nueva unión sin cometer pecado, pero sin separarse, porque tienen hijos que cuidar. También están las personas solas que han sido abandonados por su cónyuge, que viven en castidad y no se han vuelto a casar. Entonces hay que caer en cuenta que ya hay soluciones pastorales en la Iglesia Católica. Quizás, una solución pastoral puede ser ayudar a esas parejas vueltas a casar, a vivir en continencia, invitarlas y ayudarlas, a formarse y a orar para pedir la gracia de Dios. Como lo veo, es la única solución pastoral real que corresponde con la gracia de Dios.
- Cambiando de tema, ha habido mucha controversia acerca de una entrevista publicada por un diario italiano, La Repubblica, en la que el periodista Scalfari cita al Papa hablando sobre “el problema del celibato”. No sabemos si la cita es real o inventada, pero ha habido también menciones del celibato como un problema frente a las vocaciones al sacerdocio, por parte de otros obispos de América Latina. ¿Cree usted que hay alguna relación entre el celibato y la reducción en el número de vocaciones?
Mons. Athanasius Schneider: No. Completamente no, porque también hay varios grupos protestantes (como la iglesia anglicana o la iglesia luterana) donde los pastores pueden casarse y sin embargo también sufren pérdida de pastores. Incluso en algunas iglesias ortodoxas, donde los presbíteros pueden casarse, también ocurre.

No lo es, porque el celibato es el modo de vida de Jesucristo y de sus apóstoles. Aún los apóstoles que estaban casados antes de que Jesús los llamara, cuando Jesús los llamó vivieron en celibato. Todos los apóstoles, Pedro, Pablo, todos. Y esto es una tradición apostólica, no sólo una tradición eclesiástica, más que eclesiástica, es una tradición dada por los apóstoles. En mi opinión, la Iglesia no tiene autoridad para cambiar esta ley y a hacer opcional el celibato, porque es abolirlo, abolir una ley dada por los apóstoles.


El problema no es el celibato, el problema es la fe, la fe católica, la falta de esta fe, la falta de espíritu cristiano, de espíritu apostólico. Entonces tenemos que mejorar que se viva el Espíritu de Verdad en las familias, porque el problema de las vocaciones no es el celibato sino la falta de familias católicas. Tenemos que ayudar a formar buenas familias católicas, grandes y bien educadas, y este es el semillero natural para las futuras vocaciones.
- Una de las cuestiones principales en la interpretación del Concilio Vaticano II, es la del concepto de “Libertad Religiosa”, porque en las enseñanzas de los papas antes del concilio la libertad religiosa fue condenada, y luego de la declaración conciliar Dignitatis Humanae la Iglesia pasó a defender el concepto de libertad religiosa. ¿Cree usted que puede haber una interpretación de ese concepto manteniendo la continuidad de la Doctrina de la Iglesia sobre la materia?
Mons. Athanasius Schneider: Seguro, porque el documento mismo, Dignitatis Humanae, establece al inicio que las enseñanzas de la Iglesia concernientes a la libertad religiosa permanece invariable. Esta es la primera declaración, y entonces tenemos que interpretar Dignitatis Humanae de acuerdo a este primer principio de que la Doctrina Tradicional sobre libertad religiosa permanece invariable.

Además, esta es una declaración, es decir que no tiene un alto valor doctrinal. Es una declaración, no un decreto o una constitución. Tiene un valor de autoridad relativamente bajo, y creo que la Iglesia escogió esta expresión, de declaración, porque no es una sentencia final sobre la materia, sino sólo una declaración para ese momento histórico preciso hace 50 años, en el escenario de la persecución de los cristianos en los países comunistas. Y por eso la Iglesia, los padres conciliares, tenían que usar argumentos para convencer a gobiernos ateos de conceder la libertad religiosa, argumentos de razón natural, basados en la dignidad humana.

Es una declaración que no fue completamente perfecta, para mí, una declaración que requiere una reflexión más profunda. Por eso la Iglesia ha tenido que hacer declaraciones adicionales posteriores sobre el tema, para mantener que el error no tiene el mismo derecho que la Verdad, y que la Iglesia es única, y en una sociedad católica tiene derecho de tener una posición preeminente, porque es obra de la Verdad. Pero ahora ya no hay naciones católicas, todos los gobiernos son, digamos, ateos.
- Pero aún hay países católicos que en su Constitución reconocen a la Fe Católica como la verdadera, como Polonia, Costa Rica…
Mons. Athanasius Schneider: Debemos agradecer a Dios por eso. Quisiera que hubiera más naciones católicas en América Latina y el este de Europa que volvieran sobre esto, porque ese es el sentido de la democracia cuando la mayoría de la población es católica. Por supuesto hay que tolerar a los otros cultos, lo cual la Iglesia ha enseñado siempre.

- Se ha dicho que con la abdicación del Papa Benedicto XVI se ha creado una nueva institución. ¿Cree usted que después de esto, todos los próximos papas renunciarán?
Mons. Athanasius Schneider: Espero que no. No sería bueno para la Iglesia. Esta renuncia, la de Benedicto XVI, contiene en sí misma el peligro de confundir y crear cisma. No debe ser, espero que no ocurra, pero puede ser que pase. Y por lo tanto, creo que en lo posible debe evitarse la renuncia de los papas. Es una excepción en la ley, la Iglesia lo permite, pero así debe permanecer, como excepción.

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