REFLEXIONES SOBRE LA VIDA Y LA MUERTE

Ayer volví a Murcia mi ciudad de nacimiento, desde Caravaca de la Cruz la ciudad de mis padres y a la que me siento profundamente ligado, volvía de enterrar a mi tío Alonso, de acompañar a mi familia en ese duro momento que es la despedida final de un ser querido y de contemplar una vez mas lo que ya había contemplado con anterioridad con mi Padre, y otros seres queridos que ya partieron de este mundo, la muerte siempre es lúgubre y oscura, una aparente victoria total sobre el ser humano hasta que aquel galileo la venció por todos y para siempre hace algo menos de 2000 años con su resurrección, ayer volví a ver la muerte cara a cara pero no temblé ante ella, porque detrás de su aparente transcendencia contemple una vez más la victoria de aquel galileo que tengo por Maestro, por Rey y por Dios, detrás de la muerte volví a ver la transcendencia de la vida de un hombre bueno, sencillo y sabio, sabio porque con su humildad dio una lección de vida a todos aquellos que llaman sabiduría a lo que solo es vana divagación, hoy lo comprendo, sabio no es aquel que sabe muchas cosas, sino el que aplica lo que sabe para bien de los demás, y él lo hizo toda su vida desde su sencillez, desde su trabajo diario cultivando la tierra, sembrando para recoger, quizás su condición de agricultor le mostró mejor que a nadie la realidad de que el que siembra y cuida su cosecha recoge abundante fruto, y el sembró abundantemente el bien y ayer recogió su última cosecha pero sin duda la mejor de toda su vida, recogió el amor de su familia, de todos los que le conocieron y el precioso regalo de la vida eterna que Dios tiene reservado para gente como Él, que su vida sencilla, humilde y trabajadora, sirva de ejemplo a todos los que vivimos en un mundo lleno de complejidades que a veces nos distraen y nos hacen olvidar el verdadero propósito para el que hemos nacido, que nuestra vida no sea motivo de muerte para que nuestra muerte sea motivo de vida eterna.

Antonio M.R.