Desde hace dos años, he estado esperando mi encarcelamiento, debido al trabajo tan efectivo que vengo realizando en contra del Señor Chávez y de sus aliados del Foro de Sao Paulo. En los próximos días y semanas, se ira divulgando el alcance de dicho trabajo.
Amigos y conocidos, e incluso mis compañeros de UnoAmerica en todo el continente, me insistieron en que debía salir de Venezuela y trabajar desde afuera. “En el exterior podrás ser más útil a la causa; en la cárcel estarás anulado”, me decían.
Sin embargo, yo les contestaba: “Venezuela necesita líderes dispuestos a sacrificarse por su patria. Hay tanto desencanto, tanto decreimiento, que debemos proporcionarle al país, dirigentes que den testimonio de su amor por Venezuela. Es la única forma de levantar la moral del pueblo”, les dije.
También les he reiterado a mis compañeros, que esta lucha no es sólo política, sino primordialmente espiritual. Un modelo materialista y ateo, no se le vence con recetas políticas, sino con valores y principios trascendentes, encarnados en líderes que, con su ejemplo, infundan optimismo y esperanza.
Fue Juan Pablo II quien derrotó el comunismo en Polonia y no la actuación política, aunque la colaboración de Solidarność fue fundamental. Aquí aprovecho para acotar que Fuerza Solidaria, la organización que presido, está inspirada en aquella misma lucha; de allí su nombre.
Por lo dicho anteriormente, mi encarcelamiento no sólo podría contribuir la liberación de Venezuela, de las garras del Castro-Comunismo; sino que paradójicamente, también me ayuda a liberarme a mi mismo.
Siento que mi vida cobra un significado especial, porque no vivo para mi propio beneficio, sino para una causa que es superior a mí.
Si con la cárcel mis adversarios pensaban mantenerme prisionero, han logrado justamente lo contrario, han liberado sentimientos y emociones indescriptibles, de aquellas que hinchan el corazón de amor por la patria.
A mis queridos compatriotas les reitero:
¡No tengan miedo! ¡Animo, tengan esperanza!
Alejandro Peña Esclusa
Desde La Hermana Cárcel
Caracas, 17 julio 2010
Artículo extraido de: http://lascrucesdelasespadas.blogspot.com/
Amigos y conocidos, e incluso mis compañeros de UnoAmerica en todo el continente, me insistieron en que debía salir de Venezuela y trabajar desde afuera. “En el exterior podrás ser más útil a la causa; en la cárcel estarás anulado”, me decían.
Sin embargo, yo les contestaba: “Venezuela necesita líderes dispuestos a sacrificarse por su patria. Hay tanto desencanto, tanto decreimiento, que debemos proporcionarle al país, dirigentes que den testimonio de su amor por Venezuela. Es la única forma de levantar la moral del pueblo”, les dije.
También les he reiterado a mis compañeros, que esta lucha no es sólo política, sino primordialmente espiritual. Un modelo materialista y ateo, no se le vence con recetas políticas, sino con valores y principios trascendentes, encarnados en líderes que, con su ejemplo, infundan optimismo y esperanza.
Fue Juan Pablo II quien derrotó el comunismo en Polonia y no la actuación política, aunque la colaboración de Solidarność fue fundamental. Aquí aprovecho para acotar que Fuerza Solidaria, la organización que presido, está inspirada en aquella misma lucha; de allí su nombre.
Por lo dicho anteriormente, mi encarcelamiento no sólo podría contribuir la liberación de Venezuela, de las garras del Castro-Comunismo; sino que paradójicamente, también me ayuda a liberarme a mi mismo.
Siento que mi vida cobra un significado especial, porque no vivo para mi propio beneficio, sino para una causa que es superior a mí.
Si con la cárcel mis adversarios pensaban mantenerme prisionero, han logrado justamente lo contrario, han liberado sentimientos y emociones indescriptibles, de aquellas que hinchan el corazón de amor por la patria.
A mis queridos compatriotas les reitero:
¡No tengan miedo! ¡Animo, tengan esperanza!
Alejandro Peña Esclusa
Desde La Hermana Cárcel
Caracas, 17 julio 2010
Artículo extraido de: http://lascrucesdelasespadas.blogspot.com/
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