El líder supremo de Irán, Ayatollah Alí Khamenei convocó el
27 de julio a los altos jefes militares iraníes para lo que él llamó “su último
consejo de guerra”.
“Estaremos en guerra en cuestión de semanas”, dijo Khamenei.
Se encontraban presentes el ministro de Defensa, General
Ahmad Vahidi, el asesor militar de Khamenei, el General Yahya Rahim-Safavi, el
jefe de las Fuerzas Armadas, General de División, Seyed Hassan Firuzabadi, el
Comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria General Mohammad Ali Jafari,
y el Jefe de las Brigadas Al Qods, General Qassem Soleimani.
Los comandantes de la fuerza terrestre, aérea y naval
también se encontraban ahí.
A cada uno de los participantes se le pidió que informara
sobre la disposición de su rama o sector para asumir su misión de contingencia.
Mientras que la represalia ha sido exhaustivamente simulada
en los ejercicios militares regulares en el último año, Khamenei ordenó el
mayor proyecto de fortalecimiento en la historia de Irán para salvar su
programa nuclear aún de la más poderosa de las super armas de Estados Unidos.
Se están recopilando rocas desde lejos, amontonadas en las principales
instalaciones nucleares, cubiertas con varias toneladas de concreto vaciado y,
finalmente, con recubrimiento de acero.
Ese mismo viernes, la Fuerza Aérea de EE. UU. develó sus
nuevos antibúnker Massive Ordnance Penetrators. Cada antibúnker pesa 30.000
libras y es capaz de penetrar 60 pies de concreto reforzado.
En cuanto a las represalias, el consejo de guerra aprobó una
batería de respuestas para posibles ataques preventivos de EE. UU. o Israel
contra su programa nuclear. Ambos comenzarían anunciando un enriquecimiento de
uranio mejorado de hasta 60%, que está cerca del grado de armas.
Los tantas veces probados misiles balísticos Shehab-3, serían
lanzados en contra de Israel, Arabia Saudita e instalaciones militares
estadounidenses en el Medio Oriente y el Golfo.
Hezbolá en Líbano, Hamás y Jihad Islami en Gaza estarían
dispuestos a arrimar el hombro contra Israel con ataques desde el norte y el
suroeste.
Los terminales de exportación de crudo saudí serían
destruídos y sembrarían minas en el Estrecho de Ormuz para impedir la
exportación de un quinto del petróleo mundial.
Khamenei puso ante su consejo de guerra una línea de tiempo
de semanas para el venidero conflicto – septiembre u octubre
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