lunes, 12 de agosto de 2013

RELATO DE UNA EXPERIENCIA CERCANA A LA MUERTE INFERNAL

Yo tenía 20 años y lo recuerdo como si fuera ayer. Entré en el coche con mi amigo Gareth. Él había estado bebiendo mucho aquella noche y sabia que no debía conducir el coche, pero yo necesitaba a alguien que me llevara a casa, porque ya era tarde. Habíamos estado discutiendo durante todo el viaje. En un momento de rabia, él  pisó el acelerador con fuerza e intentó dar una vuelta con el coche en forma de U. Lo siguiente que recuerdo es que comencé a flotar fuera de mi cuerpo y atravesé un extraño túnel de luz. Yo no sabía adónde iba, pero no podía controlar hacia donde era arrastrada. Durante una fracción de segundo, pensé que me dirigía hacia el cielo, pero repentinamente algo sucedió. Me detuve en seco en ese túnel y, como un relámpago, empecé a caer más y más rápido.



Sentía que caía verticalmente en una especie de agujero negro. Era tan oscuro que parecía que se podía cortar, mientras caía, empecé a escuchar chillidos, gritos, horribles risas y el olor más putrefacto que pueda imaginarse. Entonces, la oscuridad se convirtió en fuego, y yo caía hacia un inmenso horno. El fuego comenzó a quemarme y empecé a chillar. Aterricé sobre mi espalda, choqué con lo que parecían rocas y sentí un dolor horrible por todas partes.

Cuando abrí mis ojos, me di cuenta de que no estaba sola, porque unas extrañas criaturas comenzaron a agarrarme y arrastrarme hacia lo que parecían unas puertas negras inmensas. Empecé a patalear y a chillar, gritando a todo pulmón. Recuerdo que una criatura gigante empezó a rasgarme la piel de la espalda con lo que parecían sus afiladas uñas, otra empezó a tirarme del pelo fuertemente, otra me pateó, me tiró, riéndose y burlándose acerca de asuntos personales que parecía conocer de mí...

Recuerdo haber visto repentinamente a Gareth, colgado boca abajo con clavos atravesándole las manos y los pies. Aquellas criaturas empezaron a azotarlo el fuego lo consumía y la carne de sus manos, pecho y cabeza ya había comenzado a fundirse y a pelarse. Lo miré a la cara. ¡Él estaba aterrorizado! Y empezó a llorar de forma incontrolable, suplicándoles que no lo hicieran. Repentinamente, yo grité: Dios mío, por favor, ayúdame... Algo que a esas criaturas parecía molestar. Cada vez que mencionaba el nombre de Dios se ponían más agresivas y, de pronto, una gran succión me arrancó de sus garras y comenzó a llevarme de vuelta al túnel, despertándome ante la voz de una doctora. Ella me dijo que, después de dos horas, yo me había recuperado, pero Gareth no. Aparentemente, mientras ellos intentaban revivirlo, su corazón cedió. La hora de su muerte había sido confirmada media hora antes que la mía.

Hasta hoy juro que todavía puedo oler ese olor a podrido de carne quemada y pelo quemado. Antes, incluso, me solía dar fiebre cada vez que pensaba sobre lo ocurrido a Gareth y sobre dónde estará hoy día

4 comentarios:

  1. Bruno Bianchi:
    ave maria purisima, recen el santo rosario todos los dias, el escapulario de la virgen del carmen no puede faltar, todos somos pecadores...... evitar el pecado, cuando pequemos hacer penitencia y ser misericordiosos.... practica eso no se logra si no con constacia.. dios te bendiga Antonio.

    ResponderEliminar
  2. IMPRESIONANTE!!!!!Aumentare mis oraciones.

    ResponderEliminar
  3. Yo no sé si estas experiencias son ciertas, pero he leído el libro del psiquiatra forense J.M. Gaona, que cuenta muchos casos parecidos de experiencias cercanas a la muerte (ECM) y resulta impresionante.
    Coincide este relato con algunos de los que cuenta el libro, en el hecho de que cuando el "alma perdida" suplica la ayuda de Dios, Este nunca la abandona, por lo que conviene tener el hábito de hablar con Él tanto en los momentos felices como en los difíciles.
    Saludos a todos.

    ResponderEliminar
  4. En el cometario anterior he olvidado decir que el libro citado se titula: "Al otro lado del túnel", editorial La Esfera de los libros, 2012.
    Cuenta experiencias tanto positivas como negativas, pero una en especial me impactó. Se trata de un paciente al que iban a intervenir, creo que de una hernia discal y el hombre tenía mucho miedo. En un momento determinado, su espíritu salió del cuerpo y empezó a verse desde arriba, entonces el mismísimo Cristo lo subió sobre sus hombros y así lo mantuvo hasta que la operación acabó y le dijo que podía regresar a su cuerpo.
    Según el autor, las ECM son en cierto modo frecuentes, pero muchas personas temen hablar de ellas por miedo a ser tomados por locos. ¡Ah! Y experiencias de tipo "infernal", también las sufren niños pequeños, por lo que aun siendo ciertas, sería discutible que se tratara del infierno tal y como lo entendemos.

    ResponderEliminar